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Neutralidad que nada garantiza

Las relaciones entre PSOE y PSC en el contexto de la batalla interna

De la deriva de los acontecimientos internos en el PSOE durante las próximas semanas dependerá su vínculo futuro con el PSC. Pese a la buena voluntad que ambas organizaciones derrocharon en su primer encuentro para recomponer unas relaciones al borde de la quiebra, el vínculo renovado dependerá de lo asegurado que el sector que ahora domina el partido, el que encabeza la andaluza Susana Díaz, tenga consolidar su poder en el próximo congreso.

Los socialistas catalanes garantizan que su posición será de neutralidad ante los candidatos que concurran a las primarias. Pero neutralidad no es sinónimo de que la pugna no vaya con ellos ni de que oculten sus afinidades: significa solo que como organización no respaldarán en bloque a ningún aspirante a la secretaría general del partido. Esa toma de distancia es una forma de reconocer que cada militante del PSC puede tener sus preferencias, pero sirve, sobre todo, para enfriar la amenaza de excluir a los de Iceta de la contienda interna, echada a rodar desde el entorno de la dirección provisional.

Aunque el PSC se distancie de Pedro Sánchez, sus modos políticos no generan confianza alguna en quienes ahora buscan fortalecer el partido minimizando las discrepancias. Incluso arriesgándose a una cierre en falso de la crisis interna, el socialismo meridional da síntomas de que su objetivo es llegar al congreso, que se celebrará en el momento idóneo para ellos, con un mínimo de incertidumbre. Si eso exige, en caso de un resultado incierto, apartar a quienes puedan torcer los designios del susanismo así se hará. Por ello da igual que el PSC se avenga a jurar de nuevo sobre la declaración de Granada o que asuma quedar fuera de los órganos del PSOE en los que ahora tiene representación: el vínculo futuro dependerá sólo de cómo se vaya sustanciando un asalto al vértice de la pirámide que cada vez adquiere mayor visibilidad, por no decir descaro.

La pregunta es quién tiene más que perder, el PSOE o el PSC. Sin la aportación catalana los socialistas pueden dar por perdida toda esperanza de retornar alguna vez al Gobierno. Y para el PSC, el PSOE no constituye ahora ningún peligro en su territorio natural, en el que el debate político está erizado por el independentismo. Díaz puede coronar la pirámide sin el PSC, pero el suyo sería el poder más menguado que tuvo nunca un secretario general del PSOE.

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