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OPINIÓn

Barca sin barquero y a la deriva

Como dijo el insigne hidalgo don Quijote a su fiel escudero: "cosas veréis, amigo Sancho". Con todo la vigencia en esta ciudad de entretelas con vicios adquiridos y sin que exista atisbo de enmienda. Fijan sillón de cargo y se abrazan a esa amnesia para eludir un pasado reciente de gobiernos con aristas de despropósitos. Se convierten en aprendices de pinochos, en la que las mentiras están en las misma proporción que sus fracasos en la gestión. Y eso que la lista es tan extensa como la de los fieles que fueron dejando por el caminos, y que se plasman en unos resultados electorales que se convierten en la mejor prueba del algodón. Quieren ser los buenos, cuando realmente son los malos de una película con interferencias de operaciones que le equiparan a su contrincante políticos. Juntos. De la manos, y con la complicidad de los herederos del pecado, purgarán la indiferencia de una sociedad cansada de remar contra corriente. Los problemas de unos, y los que generaron los otros, forman parte de ese impuesto al que deben hacer frente los ciudadanos, sin otear en el horizonte ese claro que aleje los nubarrones de incompetencia manifiesta que lastran una ciudad que navega en una barca, sin barquero y a la deriva.

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