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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los maniqueos

Pues no ha estado precisamente "fino" el señor conselleiro de Sanidade en sus declaraciones de hace unas horas en este periódico. Y es que, por supuesto en opinión personal de quien la firma cometió un primer error importante del que se derivan en cascada otros varios no menores aunque quizás menos llamativos, lo que no les resta gravedad alguna ni tampoco la posible creación de alarma social.

Sin la menor intención de incluirlos a todos en un catálogo, porque no habría espacio en una crónica como ésta, conviene iniciar el repaso indicando que don Jesús se equivoca de lleno al echar mano del maniqueismo para dividir, se supone que a sus médicos subordinados del Sergas en "buenos" y "malos". No especifica en qué se basa exactamente para clasificarlos, pero se supone que lo hace en base a la selección que hacen los propios pacientes escogiendo sus servicios.

Ese criterio, de elegir, es en sí mismo un disparate si se admite que la gran mayoría de enfermos no tienen conocimientos que les permitan la elección. Pueden hacerlo por el consejo de terceros -lo que abriría especulaciones sin fin- o por la sensacióm de ser tratados mejor o peor como "clientes", pero ese no parece un criterio médico stricto sensu, aunque sí pueda servir para medir la sensibilidad o antipatía de unos y otros. Pero son cosas diferentes.

Dicho eso, habrá que exigirle al responsable de la salud pública que es lo que hace, o piensa hacer, con quienes él mismo considera "malos", porque resulta evidente que si lo cree no debiera correr él mismo el peligro político del error médico que se indemniza con fondos públicos, y mucho menos los demás el riesgo vital de ser atendidos por especialistas de los que su propio duda. Y entenderá su señoría que la propia profesión médica rechace ese maniqueismo.

Ítem más: la cosa empeora cuando el conselleiro habla de que "no deben cobrar" igual los "buenos" que los "malos"; aparte de que la cuestión salarial es la menor de todas, habida cuenta la trascendencia que tienen las anteriores, el asunto debiera plantearse en otro terreno: los "malos", si los hay, no es que tendrían que cobrar menos, sino simplemente ni siquiera estar en la sanidad pública. Algo que puede sonar fuerte, pero que es preciso plantearse en serio.

Sea como fuere -y se detiene aquí, por ahora, la relación de errores,y de boutades, porque el doctor Vázquez Almuiña merece el beneficio de la duda- procede pensar si lo dicho se debe a un mal momento o un despiste. Porque si va en serio, es para echarse a temblar. Y habrían, los pacientes, en hacer como en la Lotería: confiar en el premio. Un médico "bueno".

¿O no?

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