Las estadísticas internacionales confirman la percepción de muchos ciudadanos. El empleo en España es de baja calidad en términos comparados. Los gráficos adjuntos han sido tomados del último informe mensual de Caixabank. El primero de ellos desagrega y compara tres dimensiones de lo que definiría un empleo de calidad: salario, estabilidad y tensión laboral. Las referencias que se escogen son las tres grandes economías de la UE post-Brexit: Italia, Francia y Alemania y la, en muchas cosas, ejemplar Dinamarca. Los trabajadores españoles cobran menos, padecen un mayor riesgo de ser despedidos y se le piden más imposibles que a los demás.

El segundo de los gráficos abunda en lo anterior. Al compararse con Dinamarca, cuyas cifras serían objetivos a conseguir, vemos que invierten mucho más en formación, pero apenas padecen de la sobrecualificación que vemos en España. Además, el empleo a tiempo parcial y temporal es muy superior, lo que no responde a las preferencias de los trabajadores españoles.

En definitiva, en España no solo tenemos un problema de cantidad, sino también de calidad. Para solventarlo, no existen recetas milagrosas ni unidimensionales. La formación no es la panacea si no va acompañada por un empujón al tamaño empresarial, o por un nuevo "contrato social" en el que empresas y trabajadores entiendan las ventajas y obligaciones para ambos del empleo de calidad.

Haz click para ampliar el gráfico

En este sentido, es urgente que las confederaciones de empresarios resuelvan sus problemas internos y vuelvan a ser las referencias empresariales que fueron en el pasado; y que algunos sindicatos aprendan a ponerse en el lugar de los empleadores y sean tan intransigentes con los empresarios incumplidores como con los trabajadores que no se comprometen con sus empresas.

*Director del Foro Económico de Galicia