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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

El PNV y la "derecha civilizada"

El PSOE afronta en Euskadi un nuevo episodio de su crisis interna

Nuevo episodio en la crisis interna del PSOE. El Partido Socialista de Euskadi llega a un acuerdo con el PNV para formar gobierno en Vitoria, lo que amplía sustancialmente el pacto que ya venía funcionando en ayuntamientos y diputaciones. Ademas de eso -que ya es bastante de por sí- ha firmado un compromiso para presentar el borrador de un nuevo Estatuto de Guernica en el plazo de ocho meses, momento en el que cada uno de los dos grupos comprometidos en la gobernación tendrá libertad para exponer su postura sobre la organización territorial del Estado. Y todo ello dentro de la legalidad vigente y sin desbordar el marco estatutario, lo que diferencia claramente este proceso de la ruptura soberanista que se propugna desde la Generalitat de Cataluña.

En fin, un auténtico encaje de bolillos. El anuncio del acuerdo ha provocado reacciones encontradas dentro y fuera de Euskadi. Desde una perspectiva, digamos, madrileña, se interpreta maliciosamente el hecho como un órdago del PSE (de mayoritaria simpatía sanchista) hacia la gestora del PSOE, que se habría enterado tarde y malamente de lo que se tramaba aunque ahora aparente haber estado puntualmente informada de todo. En cambio, desde una óptica euskaldún, el pacto se observa como una consecuencia lógica del pragmatismo político. Parece dudoso que el PNV prefiriese la opción de formar gobierno con Bildu, una formación mucho más radical en sus pretensiones soberanistas, que con el PSOE, con el que, a parte de los actuales acuerdos en la gobernabilidad de ayuntamientos y diputaciones, le une el recuerdo de haber compartido, entre 1987 y 1998, gobiernos de indudable éxito en situaciones políticas y económicas muy complicadas. Fueron aquellos los años de las grandes ofensivas de ETA, del Pacto de Ajuria Enea, de la reconversión industrial en la siderurgia y los astilleros, y de tantas otros desafíos.

Por otra parte, tampoco hay que olvidar, que el PNV, desde una óptica social-cristiana, y el PSOE, desde una perspectiva socialdemócrata, tienen (o tenían) dentro de su cultura política muchas zonas de contacto que favorecen los acuerdos. Son los dos partidos políticos más antiguos de España, ya que el PSOE fue fundado por un tipógrafo ferrolano, Pablo Iglesias, en 1879, y el PNV, por un antiguo carlista, Sabino Arana, en 1895. Y los dos, conspicuos partidarios de la República, fueron derrotados militarmente por el franquismo, compartieron un exilio de casi cuarenta años, y regresaron juntos para abrir una nueva etapa política en la tercera restauración de la monarquía borbónica.

La orientación atlantista de sus respectivas direcciones también es conocida y se manifestó claramente durante el referéndum convocado por Felipe González para reafirmar la permanencia de España en la OTAN (Ardanza y Arzallus se manifestaron a favor del "si"). Por otra parte, las encuestas revelan que entre la militancia jeltzale es mayoritaria una orientación ideológica hacia la izquierda moderada socialcristiana. Todos estos datos abonan un territorio de encuentro propicio a los acuerdos. En cierto modo, el PNV vino a ocupar el espacio que correspondería a la "derecha civilizada". Esa clase de derecha que una parte de la opinión pública española viene añorando desde el inicio de la Transición y que no tiene nada que ver con la derecha de extracción franquista que todos conocemos.

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