A pocos días de comenzar a funcionar el Área Metropolitana de Vigo, la Xunta se da cuenta de que la actual situación del transporte interurbano -el que atiende al 70% del territorio metropolitano y a un 25% de sus pasajeros- no está en condiciones de cumplir con su cometido, ni por el tipo de autobús ni por la movilidad operativa. Pero lo peor es que el Ejecutivo piensa resolver el futuro mapa de rutas interurbanas recogiendo pasajeros en lugares que previamente lo hayan solicitado a una central de gestión de reservas, y no en base a un estudio de movilidad serio que dé cobertura a amplios núcleos de población. El sistema de transporte bajo demanda puede funcionar en determinados extrarradios de grandes ciudades, pero no es operativo en la configuración galaica. Con todo el cariño, conselleira de Infraestructuras, Ethel Vázquez: La cosa tampoco se resuelve incorporando el modelo de buses que demanda Castilla o León, pues ni el hábitat, recorridos, ni la versatilidad de los buses son los mismos que precisa el servicio metropolitano vigués.

Me llama la atención la aparente confrontación legal en el sistema del transporte entre nuestra Comunidad Autónoma, el Tribunal Supremo y el Tribunal de Justicia de la UE. Confrontación en la forma legal de concesión, pero no en su concepción social. No existe un Plan de modernización y reordenación del transporte público de viajeros interurbanos en Galicia, que no sea la continuación pertinaz del viejo sistema de los años negros, del riesgo y ventura de las empresas concesionarias. La Xunta tiene que hacer el favor de estudiar un Plan de Movilidad Interurbana con el carácter social que en estos tiempos precisan los usuarios, dentro de la cobertura de la Gran Ciudad metropolitana. La responsabilidad de la Xunta ante los transportistas de viajeros no acaba con la firma de una concesión, sino en poder satisfacer la movilidad racional desde y hacia los núcleos de población y trabajo. Y la responsabilidad de la Xunta ante la sociedad es concebir el transporte como un servicio social de primera necesidad.

Es posible que ese Plan de transporte público que estudió la Consellería de Infraestructuras, y el sistema bajo demanda telefónica, cubra las necesidades de ciertas poblaciones alejadas y puntuales. Pero sería muy arriesgado pretender aplicarlo al nuevo transporte de la Metropolis urbana viguesa más imponente y complejo del Noroeste peninsular. Tampoco es un simple problema de canceladoras de billetes, ni si los colores tendrán uniformidad metropolitana. Si la Xunta no resuelve el carácter social del transporte metropolitano, no acabará de arrancar un proyecto que a estar alturas ya podía estar solventado. Pero para ello tienen que quedar fuera de la sala de negociaciones las estrategias electorales y el liderazgo político.