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Joaquín Rábago.

Vidas no del todo paralelas

Vidas no del todo paralelas las del estadounidense Bradley Birkenfeld y el francés Antoine Deltour, dos hombres que se atrevieron a alertar de prácticas ilegales de evasión fiscal sin que les importaran las consecuencias.

Birkenfeld entregó en 2007 a las autoridades norteamericanas documentos internos que demostraban cómo el banco suizo UBS ayudaba a su clientela internacional a evadir impuestos.

Como consecuencia de aquella denuncia, UBS tuvo que pagar una multa de 780 millones de dólares, y los evasores hubieron de devolver los impuestos evadidos por un total de más de 5.000 millones de dólares.

Birkenfeld fue a su vez condenado a 30 meses de cárcel por complicidad en el fraude fiscal mientras trabajó en el banco.

Pero, una vez cumplida su condena, y esto es lo más sorprendente, el Gobierno de EE UU le recompensó con 104 millones de dólares como parte de un programa destinado a estimular tales denuncias.

Por su parte, el francés Antoine Deltour, que trabajaba en la auditoria Pricewaterhouse Coopers (PwC), descubrió cómo el Gobierno luxemburgués ayudaba a las grandes multinacionales a eludir el pago de impuestos.

Deltour fue acusado en 2010 de haber copiado centenares de acuerdos fiscales confidenciales entre las multinacionales y el fisco luxemburgués para entregarlos a la prensa.

El francés fue juzgado por "robo, violación del secreto profesional, acceso fraudulento a un sistema informático y divulgación de secretos comerciales", lo que le valió una condena a un año de cárcel, por fortuna suspendida, y una sanción económica.

Contra todo ello, Deltour ha presentado un recurso, que se verá este mes de diciembre.

Ambos han hablado con el diario muniqués Süddeutsche Zeitung y mientras que Deltour dice haber cumplido simplemente con su deber de ciudadano y no querer nada a cambio, Birkenfeld defiende que conductas como la suya se vean recompensadas económicamente.

"Los whistleblowers (alertadores) como nosotros actuamos en beneficio de la colectividad. Mis revelaciones ayudaron al Estado a recuperar miles de millones en impuestos, y una parte de ese dinero me corresponde gracias a una nueva ley aprobada en EEUU", sostiene Birkenfeld.

Para este, lo peor es que "muchas empresas saben que están cometiendo una ilegalidad, pero no les preocupa. En mi opinión, UBS era una organización criminal que actuaba en todo el mundo, pero que se consideraba intocable".

Para Deltour, muchas empresas tal vez no estén por encima de las leyes, pero tienen al menos "una enorme influencia en cómo se formulan esas leyes: conocen todos los trucos y saben a veces más que los propios auditores".

Birkenfeld no quiere, sin embargo, para sí todo el dinero que ha cobrado del Gobierno norteamericano, sino que se propone ayudar a otros como Deltour que están en dificultades por haber hecho lo que debían.

"Conozco a los mejores abogados y tengo buenos contactos. Sé lo que es eso porque lo he sufrido en mis propias carnes. Y estoy dispuesto a ayudar no sólo en EE UU sino en todo el mundo", asegura.

Deltour, a quien su denuncia solo le ha traído problemas legales, dice que se contentaría con que en toda Europa los alertadores estuviesen mejor protegidos de lo que están ahora.

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