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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los deberes

A la vista de las reacciones, y en un análisis sobre la marcha, da la impresión de que las izquierdas gallegas, aún incrédulas por el resultado del 25/S, siguen confundiendo el culo con las témporas. Y quizá por eso han saltado como tigres para criticar la formación de la nueva Xunta. "Inmovilista" y "continuista" ha sido lo más suave que le dedicaron a la decisión del presidente, invadiendo un terreno exclusivo y criticable a posteriori, pero pelín absurdo a priori.

Esa crítica es tanto menos lógica cuanto que el equipo gubernamental acaba de obtener una rotunda victoria electoral que, si bien es más atribuible al presidente que a nadie, tiene registrada también una parte de mérito para los conselleiros. Y en ese sentido, el primer deber de Feijóo no merece sobresaliente ni suspenso: sólo esperar a ver cómo se las arreglan los mismos para resolver otras cosas y luego calificarlos.

Y se dice lo de la confusión opositora porque mientras atacaba la decisión presidencial para formar su equipo de trabajo, callaba lo más importante de las primeras horas de mandato del señor Feijóo: su intervención, valiente y oportuna, para recordarle a su amigo Rajoy, que estaba a su lado, primero que el jefe del Ejecutivo gallego es el representante del Estado en la comunidad y, segundo, que en condición de tal garantizaba al Rey la lealtad de este antiguo país.

Item más: tampoco las izquierdas comentaron como debieran -respaldándola- la advertencia que Feijóo le hizo a Rajoy en repetición de la que había cursado desde el Parlamento de Santiago: que en materia de financiación Galicia no pediría ni un céntimo más de lo que le pertenezca pero no tolerará ni un euro menos. Y eso, que puede sonar fuerte entre amigos, es sin embargo exigible a los jefes de Gobierno.

(Por cierto que algunos analistas, con razón, echaron en falta siquiera un gesto de aceptación por parte de don Mariano Rajoy a las varias pretensiones gallegas, que ni son exageradas ni inoportunas. Pero ésa seguramente es otra historia.

Esos mismos observadores insistieron en que esta legislatura podría devolverle a Galicia, en su condición constitucional de nacionalidad histórica, un peso político notable en el conjunto de España al ser, como es, la única que se gobierna con mayoría absoluta y que puede tratar la defensa de sus peculiaridades de forma bien distinta a otros que, además, en su reivindicación, añaden inestabilidad.)

El presidente Feijóo, que hizo un buen trabajo en sus primeros deberes, ha de concretar ahora sus propósitos y sus ofertas. Y esos no son asuntos menores ni aplazables.

¿Eh...?

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