El conjunto de edificios de la Universidad Laboral de Vigo (hoy Complejo Residencial de Atención a Personas Dependientes) y la contigua Residencia de Ancianos (hoy CIFP Manuel Antonio) configuran en el Meixueiro un enclave de lo más extraño y desconocido dentro del urbanismo vigués. Una brecha de 9 hectáreas que parece desembarcada de otro tiempo, de otra parte del mundo, traída de otra mentalidad.

En gran parte, es así. En efecto, pertenecen a otro tiempo las contradicciones de las universidades laborales, a otro mundo el aire anglosajón, y a otro techo conceptual su diseño urbano. Obras de los años setenta del arquitecto López Candeira. Con motivo de su reciente fallecimiento me asalta, sin guión, la imagen de este ejemplo construido, palpable, expresión tangible de lo que pudo ser, y no fue, la periferia de Vigo.

Frente a la exégesis franquista de la Universidad Laboral de Gijón (y de Girón), las tres construidas en Galicia supusieron una sacudida de aire fresco, un esclarecimiento del papel de la arquitectura moderna. Luís Laorga y López Zanón en A Coruña, Cano Lasso en Ourense y López Candeira en Vigo dejan claro que la situación se ha invertido: frente a la doctrina, la preeminencia de la arquitectura.

Pues bien, Candeira pertenecía a una generación fuertemente influenciada por los nórdicos, era un forofo del urbanismo de nuestros vecinos atlánticos. En la Comisión Abierta e itinerante que recorrió las parroquias, como jefe del equipo redactor del nuevo Plan General, mostraba con pasión pedagógica su tesoro de diapositivas sobre tipologías de media densidad. "Traer a Vigo un trocito de Birmingham", gustaba decir.

En el Meixueiro, la secuencia envolvente de los edificios e itinerarios serpenteantes, tan bien suspendidos de la ladera, muestra la belleza sencilla que exhala del rigor del técnico y la sensibilidad del artista. Un oasis íntimo en el que fluye magistralmente el paisaje. Andrés Perea, en la revista Obradoiro, tras visitar el lugar, elogió su acertadísima "escala entre urbanismo y edificatoria". Candeira nunca entendió lo uno sin lo otro, hizo indistintamente planeamiento o arquitectura, arrancando siempre desde el centro del campo: el diseño urbano.

Su Avance del Plan General de Vigo, de 1983, era todo eso y era todo él. Genial dibujante, sabio del color, pintor, fotógrafo, escritor y poeta lleno de heridas. Personalidad desbordante, radical y frágil. Su planteamiento urbanístico para Vigo fue tildado de utópico y en parte la ciudad se bajó del tren. No obstante, la ciudad le debe su contribución decisiva a realidades concretas. A logros.

Logró el milagro de salvaguardar el Casco Vello de Bouzas y acotar el relleno. Implementó la recuperación del río y los márgenes del Lagares. Tras el derribo del "scalextric", contrapuso al esquema lineal (autopista-Gran Vía-carretera a Baiona) el esquema de dos semicírculos (primer y segundo cinturón) para integrar los núcleos parroquiales en la estructura general?y ya entonces, redactó un anteproyecto de estación de autobuses contigua y bajo la plaza de la estación del tren.

Candeira era un gallego de la Escuela de Madrid como De la Sota y Molezún, un periférico como su amigo José Luís Iñiguez de Onzoño, de igual manera que un universalista como Luís Miquel o Carlos Ferrán. Sabía de escuelas dentro de la escuela, pero sobre todo sabía de la intemporalidad del trabajo profesional hecho con rigor y saber. Saber que tuvo obsesión por transmitir; un universo de publicaciones, como estratos geológicos.

No por nada sino por conveniencia. En el conjunto del sistema dotacional del Meixueiro (acceso a la ciudad), que incluye el entorno del Hospital y la "aldea" urbana creada por Candeira (difícilmente reconocible tras las verjas y la maleza), existe una aguda demanda de rehabilitación, regeneración y recuperación del espacio público. Esto es el diseño urbano, un corredor de fondo.

*Arquitecto