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Luis M. Alonso.

sol y sombra

Luis M. Alonso

Vida de una reina

Uno de los atractivos de "The Crown" son las relaciones entre el poder

He visto los primeros episodios de "The Crown", la serie televisiva más cara de la historia, producida por Netflix. En ella, como sabrán, se cuenta la vida de Isabel II de Inglaterra, soberana del Reino Unido con más de 64 años en el cargo. Solo su primera temporada, de diez capítulos de alrededor de una hora de duración, ha costado 140 millones de euros. Su creador y guionista, Peter Morgan ("The Queen", "El desafío: Frost contra Nixon"), el director Stephen Daldry ("Las horas", "Billy Elliot") y el formidable elenco de actores que interviene son la garantía de que el producto, previsto para que penetre en 86 millones de hogares de 190 países y programado inicialmente para seis temporadas, se traduzca en un más que potable entretenimiento para casi todos los públicos.

Por mucho que lo disimule, la vida de una joven reina que, a los 25 años, contrae la responsabilidad que acaba minando la salud de su padre, no tiene por qué ser aburrida. Gran parte de lo que la rodea, menos aún. Un perfilista de la talla de Morgan tampoco lo permitiría. Uno de los principales atractivos de "The Crown" ("La Corona") es observar las no siempre fáciles y a veces sinuosas relaciones entre Buckingham y el Número 10 de Downing Street. En los primeros episodios pululan Churchill, maravillosamente reencarnado por el gran John Lithgow; el premier laborista Clement Attlee, Anthony Eden y otros. Luego vendrán más, muchos más, dada la larga trayectoria de Su Graciosa Majestad.

Churchill, al contrario de lo que se estila en la actualidad en la contienda política, era muy ingenioso ninguneando a sus rivales. Del primer ministro laborista comentaba: "Se detiene un coche vacío delante del Palacio de Buckingham. De su interior sale Attlee". Está en "The Crown".

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