Preparar y pronunciar un discurso de investidura cuando te respalda una amplia mayoría absoluta en el Parlamento y se trata de la tercera legislatura consecutiva debe ser algo así como cuando el Real Madrid enfrenta el partido de vuelta de una eliminatoria en casa habiendo ganado 5 a 0 en el de ida. Toca jugar a no complicarse la vida. Y eso ha hecho el candidato Núñez Feijóo.

Probablemente, no será un discurso que pase a los anales de la historia por su contribución a la oratoria ni a la planificación estratégica; pero no hay estridencias ni errores significativos y contiene elementos destacables y valiosos. El más importante de ellos: la llamada al diálogo y consenso. El PP no lo necesita para gobernar. Pero los gallegos sí. Porque tenemos pendientes retos que exigen trabajar de forma conjunta durante mucho tiempo: demografía, uso del suelo, paisaje, sistema de innovación? son asuntos de país vitales y que no podemos seguir orillando o afrontando al albur de los cambios de gobierno. Haría mal la oposición si rechazase sin más esa oferta de diálogo y consenso. Porque sabemos que en muchas cuestiones el consenso sobre lo que toca hacer y cómo es posible. Por supuesto, en otras no lo es. Por tanto, sometamos al diálogo constructivo las primeras y concentremos la disputa partidista en las segundas.

En segundo lugar, los compromisos de rías saneadas y paro en un dígito a finales de década (y de la legislatura) serían dos resultados magníficos. Porque ambos son muy relevantes para el bienestar de los gallegos. Pero ninguno va a ser fácil. El desempleo está todavía lejos del 10% y el saneamiento de las rías exige actuaciones clave como la nueva depuradora de Santiago de Compostela, que están estancadas desde hace más de un lustro. Las consellerías del ramo van a tener que aplicarse a fondo.

*Director del Foro Económico de Galicia