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Virginia Estévez y deberes escolares

Ayer mismo las secciones de de ámbito local en los periódicos se hacían eco del premio a la mejor alumna de la ESO que ha merecido la jovencita marinense Virginia Estévez Suárez. Las fotos que ilustran la noticia son de lo más significativo: la chica radiante de felicidad y, a su alrededor, sus profesores de ahora y de antes, sus orgullosos familiares y la alcaldesa, máxima representación popular, testigos todos de la satisfacción de un premio con toda seguridad merecidísimo porque, haberlo conseguido por delante de 420 estudiantes de toda Galicia, no es ni fácil ni regalado. Un premio así es un orgullo para una joven como Virginia que, a decir de sus propios profesores, es y ha sido siempre un dechado de responsabilidad y esfuerzo, consciente de que para formarse hay que trabajar y duro, o muy duro, al margen de la facilidad que pueda tener alguien para ser más o menos competente.

La noticia del premio a Virginia contrasta con el vivo debate de la semana sobre la conveniencia o no de los deberes de los escolares y estudiantes en casa. Uno que ha bregado en la Escuela durante más de 40 años se ha visto muchas veces envuelto en la discusión de si deberes sí, deberes no y, con la autoridad que me da el haber dedicado el ochenta por ciento de mi vida a la docencia, opino, si me dejan, porque a veces las voces no se oyen o se quieren confundir con el excesivo ruido del ambiente, que los deberes de los escolares y estudiantes para hacer en casa son primordiales para la formación de los alumnos desde su más tierna infancia. Si por mí fuese, y aún a costa de saber que algunos docentes (no todos, a Dios gracias) y muchos padres se escandalizarán con esta afirmación, los deberes para hacer en casa deberían ser obligatorios, acordes con la edad de los alumnos en cada ciclo. Desde el mismísimo principio, a los niños y niñas hay que educarlos en el esfuerzo y la responsabilidad y, si a un chaval en edad infantil se le debe encargar que haga en casa, y lo haga bien, aunque sea un simple dibujo por obligación, los deberes deberían incrementarse proporcional y convenientemente según los niveles que vaya escalando año a año por la senda de le escolarización porque éso le dará formación suficiente para encarar los difíciles años de estudios superiores a los que han de llegar muy entrenados porque la necesidad de esfuerzo a esos niveles es enorme y, que yo sepa, pocos profesionales de alto nivel (léase notarios, eminencias médicas, capitanes y pilotos o ingenieros de prestigio etc. etc.) habrán llegado a donde están sin haberse quemado las pestañas ante el flexo y sobre la mesilla de su habitación durante noches enteras y, aún más, siguen haciéndolo para estar al día de los avances técnicos y acontecimientos que van por delante y recaban una constante formación y un nivel de exigencia personal que también se aprende desde la más tierna infancia.

Ya sé que hay quien quiere leer lo que aquí no está escrito. No se trata de atiborrar a los alumnos de cualquier nivel a deberes ni de hacerles la vida imposible con ellos sino que hay que encontrar la forma de que comprendan que sin esfuerzo y sacrificio acorde con sus respectivos niveles, poco podrán hacer en la realidad social de hoy y de siempre. Es curioso cómo ha evolucionado en muchas familias la necesidad de implementar en sus jóvenes el espíritu del trabajo y del sacrificio en pos de una mejor formación de cara al futuro. De las épocas en que había una gran conexión y complicidad entre docentes y familias en lo que a la educación se refiere para los chicos y chicas, se ha pasado a una situación en la que se resta mérito a los maestros que deberían regir la formación escolar de sus alumnos y, éstos, parecen los damnificados en el proceso de su propia formación educativa y social.

El ejemplo de Virginia viene al pelo para demostrar que los deberes son absolutamente necesarios e incluso que no hace falta que el maestro los imponga, sino que sea la propia responsabilidad de los alumnos la que los aconseje. Y si quieren, otro día hablamos de absurdas actividades extraescolares y hasta de botellones, de los que esta semana, por desgracia, se ha dicho bastante. Ahí también hay mucho que opinar.

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