De José Batlló, poeta y editor catalán que acaba de morir, recuerdo pocas cosas, aunque fue alguien muy importante en mi vida, pues le debo la edición de mi primer libro, el poemario La Ciudad (1973), en su colección El Bardo. Era pequeño, huidizo, raro y magnífico. Cuando le envié el manuscrito me dijo que no aportaba nada nuevo, y lo metí en el cajón. Aunque Silverio Cañada me dijo que era su estilo, e insistiera, yo no lo hice, pero al poco tiempo me envió el recado de que lo publicaría. Yo para entonces había dejado el rechazado, pues me creí lo de que no aportaba (casi seguro era verdad), y escrito otro mejor (sin entrar en si aporta o no), que fue el publicado. Era serio y casi malencarado, pero hablabas con él y de repente se le escapaba una risita equívoca, por la que fluía su enorme inteligencia. Como editor fue uno de los grandes, visto bajo una estética minimalista.
