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la mirada

El gesto

| Sin recompensa. En la política, como en la vida, los gestos son clave. Los SMS que un amigo no contesta, la cita que un novio retrasa una y otra vez, el silencio que guarda una madre, la mirada que evita un hijo, la frialdad de un superior, ... dicen mucho más de nuestra relaciones personales que las solemnes declaraciones de amor, amistad y fraternidad. Y en política, igual. El gesto de esta semana es la no inclusión de un gallego en la lista de ministros. Es la primera vez en los últimos veinte años que no hay un ministro nacido en Galicia. El núcleo duro del PPdeG sabía lo que iba a pasar, tanto que en los días previos ya preparó a los suyos y a la opinión pública para esta decisión. "Es muy difícil" aumentar la cuota gallega porque el presidente del Gobierno ya es gallego, y la presidenta del Congreso y el portavoz del PP en el Senado, también, justificaba por adelantado Alberto Núñez Feijóo, pero en las filas del PPdeG lo interpretaban como un exceso de celo del jefe. "Imposible, ¿cómo no va a haber un ministro gallego, tras el 25-S, después de conseguir la única mayoría absoluta en España en una comunidad?", comentaba incrédulo un dirigente. Pero sucedió y el gesto dispara las interpretaciones. ¿Qué pudo haber pasado? El PPdeG, que encaró la campaña electoral del 25-S reduciendo a la mínima expresión las siglas del PP y evitando en lo posible la presencia de dirigentes venidos de Madrid, busca una respuesta a por qué no hay recompensa a una victoria como la del 25-S. Más de uno se lamenta de que no haya otra comunidad como la gallega que pueda presentarse ante Génova con un expediente tan impoluto y repleto de éxitos como el suyo, y en cambio es Andalucía, donde el PP está en la oposición, la que sitúa a 4 ministros. Juan Manuel Moreno, el presidente del PP andaluz, tras hacerse público que además de Cristóbal Montoro y Fátima Báñez la relación andaluza se completaba con Alfonso Dastis y Juan Ignacio Zoido, destacaba "la amplia presencia de andaluces" y "la enorme sensibilidad" con Andalucía.

| La respuesta. Sorprende que no haya ministros gallegos, pero también asombra la reacción desde la plana mayor de la Xunta y el PPdeG, restando importancia a lo sucedido. Feijóo lo tiene fácil. Siempre se ha negado a repartir consellerías en función de cuotas territoriales. Así que no puede cuestionar lo que él también hace. Lo importante es que el presidente del Gobierno es gallego, remarcan desde el PPdeG, y pasan de largo sobre que la cuota gallega en el Consejo de Ministros se ve reducida. Nada que ver con lo sucedido en diciembre de 2011, cuando Ana Pastor juraba como ministra de Fomento. Desde el PPdeG se lanzaban salvas en su honor porque a "Galicia le tocaba el gordo" y se aplaudía "el marcado acento gallego" del nuevo Ejecutivo. Los empresarios eran más claros, confiaban en la "sensibilidad" de Pastor hacia Galicia: "Será una garantía para la comunidad", "No será igual hablar del AVE con ella que con otra persona", "Pastor conoce nuestra realidad y nuestros problemas". Las declaraciones de entonces y las hechas desde Andalucía esta semana denotan que el lugar de nacimiento de los ministros importa, que las organizaciones territoriales buscan en las carteras del Gobierno un reconocimiento a sus logros, que miden su peso político y su influencia en función del número de ministerios y de la importancia de las carteras que les tocan en suerte, y que aguardan una mayor receptibilidad a sus demandas por parte de uno de los suyos. Porque un ministro gallego entenderá mejor que un catalán la importancia del AVE para una comunidad secularmente marginada en política de infraestructuras, porque a un ministro gallego no habrá que explicarle que los presupuestos de sanidad y educación en Galicia son tan elevados porque la dispersión y el envejecimiento de la población disparan el coste, ...

| Liderazgo de la oposición. Dice Feijóo hoy en la entrevista en FARO que "para ser líder de la oposición primero tienes que ser líder de tu partido". En su opinión a día de hoy la oposición en Galicia está descabezada porque ni Luís Villares ni Xoaquín Fernández Leiceaga son líderes de sus respectivos partidos. Villares está en ello, y de Leiceaga sabemos que quiere ser el portavoz de los diputados del PSdeG, pero nada más. En Marea, que nació a prisa y corriendo y entre tensiones, para las elecciones del 25-S, tiene una dirección provisional y prevé en enero de 2017 dotarse de una dirección elegida en primarias. Ahí es donde se la juega Villares. En agosto fue proclamado candidato a la presidencia de la Xunta con el 86% de los votos, es decir el respaldo de 8.800 personas, pero era el único aspirante y la mayoría de las fuerzas integrantes en En Marea habían pactado su elección. Ahora pasaron las elecciones autonómicas, donde el nuevo partido ganó 5 diputados con respecto a AGE, pero no cumplió expectativas, y han vuelto a resurgir las fricciones entre los socios, que en el cónclave de enero no solo deciden el nombre de su máximo representante, sino también cómo cierran la correlación de fuerzas entre ellos y el equilibrio de poderes. ¿Conseguirá Villares ser proclamado líder de En Marea con casi el 90% de los votos?

| Doble militancia. En Marea es un partido que está en proceso de construcción. Los comienzos nunca son fáciles, y más en un proyecto que aglutina fuerzas distintas. La doble militancia es complicada. Un ejemplo, los 7 diputados de Podemos deben ceder parte de su sueldo para financiar los proyectos de ONGs que decida el partido morado y quedarse con la suma de tres veces el salario mínimo interpofesional. Pero los diputados de Podemos están sentados en O Hórreo no por ser de Podemos si no por ir en la lista de En Marea. ¿A quién se deben en esta ocasión? ¿Deben cumplir el mandato del partido morado o la decisión que tome la marca gallega? ¿Puede uno ser militante a tiempo completo de una formación y a tiempo parcial de otra?

| Las redes sociales. El peligro de las redes sociales ya lo ha vivido en carne propia más de un político, que en un primer impulso suelta lo que de verdad piensa y la lía parda en Facebook o Twitter. En Galicia, la última víctima es Pilar Cancela, la presidenta de la gestora del PSdeG. La criticaron por abstenerse en la investidura de Rajoy tras defender el no es no y entonces se descubrió. Acataba la decisión de la plana mayor del PSOE no por disciplina de partido, o para que el partido no saltara por los aires o para no ahondar en la división, lo hacía porque sabe que en Ferraz no la quieren y ella se niega a ponérselo fácil para que la echen y nombren "una gestora abelista". "Están esperando para poner otra gestora. Asumo el coste personal. Pero por mí, el PSdeG no será abelista", escribió en un tuit que luego borró. Al día siguiente, en una entrevista, ofreció más pistas, ella trabaja por el regreso de su exjefe, José Ramón Gómez Besteiro. ¿No debería ser la presidenta de la gestora imparcial?

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