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La semana de A Ferrería

El Pazo de Lourizán y la política

El vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de llegar a un acuerdo por el que Ence asuma la reforma del emblemático Pazo de Lourizán a costa de que la empresa pastera pueda utilizarlo con fines propios como centro de I+D.

La Xunta y Ence han tomado la iniciativa y la han hecho pública meses atrás sin tener en cuenta la opinión del propietario del inmueble, la Diputación de Pontevedra desde comienzos de la década de los 40, y a quien ahora, tras el posterior pacto, se le ha pedido una reunión para rematar dicho acuerdo.

El Pazo de Lourizán, parte de la historia de esta ciudad, está en un estado lamentable desde hace años ante la desidia de unos políticos incapaces de valorar lo que significa este inmueble para Pontevedra, por su valor histórico, arquitectónico y ambiental, no en vano le rodean 50 hectáreas de un hermoso jardín con 700 especies y seis árboles catalogados, pero también abandonado.

La iniciativa, tal como la presentó Rueda desde un primer momento, más parece buscar un apoyo social a Ence y paliar las voces críticas contra la prórroga de la pastera. No hay que olvidar que la Xunta, que tiene cedido el edificio, prometió hace un lustro que el Pazo de Montero Ríos se destinaría a sede del Parque Nacional Illas Atlánticas o a un gran centro medioambiental de Galicia. Al final en lo único que lo ha convertido es en un edificio ruinoso.

Ahora deja en manos de la Diputación que el Pazo pase a manos de Ence o se derrumbe, salvo que la institución provincial esté dispuesta a invertir en él un mineral. La propuesta de Rueda es envenenada.

Está claro que el gobierno bipartito provincial, con PSOE y BNG, no está por la labor de permitir que Ence se haga cargo del inmueble tal como han dejando constancia la propia presidenta socialista Silva en este periodo de buenas migas con César Mosquera. Las negociaciones se antojan largas y dificultosas porque estamos hablando de 5 millones, y sobre todo, porque para la Diputación la iniciativa parte del bando enemigo, la Xunta, y por tanto prima la desconfianza.

Rueda se ha encargado de repartir juego, se ha quedado con los triunfos y ahora espera a que su contrincante comience a jugar.

Veremos quien finalmente gana la partida, pero por desgracia, lo que no varía es la situación de abandono del Pazo, que cada día que pasa es más alarmante.

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