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la mirada

De corbatas y chóferes

Sorprende que Miguel Santalices cometiera el desliz de cuestionar la indumentaria de algunos diputados

| Política y estética. ¿Se atrevería alguien a alzar la voz en público si Mark Zuckerberg, creador y dueño del 99% de Facebook, con una fortuna valorada en 50.000 millones de dólares, visitara el Parlamento de Galicia con su ya eterna camiseta gris de algodón y sus vaqueros? ¿O le recibiríamos haciendo la ola, aguardando a ver si monta en estas tierras una filial de la sexta empresa más grande del mundo o si deja caer por aquí algunos de los millones que dedica a filantropía? Zuckerberg acudió con sudadera y camiseta gris al estreno en Bolsa de la red social que puso en marcha y que ya tiene 1.600 millones de usuarios en el mundo. Solo en contadas ocasiones ha variado de indumentaria, en sendas visitas al Papa y Obama, y poco más, pero para reunirse con ejecutivos e inversores y para ir a trabajar lo habitual es que vista igual que en la universidad, de forma informal. La explicación: "Quiero aclarar que tengo varias camisetas grises. Algunas investigaciones indican que tomar decisiones pequeñas, tales como qué ponerse o qué desayunar, cansa. No voy a desperdiciar mi atención en decisiones frívolas. Sé que suena un poco tonto, pero es lo que hacía Steve Jobs y también lo hace el presidente Barack Obama". No me importaría que el Parlamento de Galicia estuviese repleto de diputados con camiseta y vaqueros, idénticos en estilo pero también en inteligencia a Mark Zuckerberg, que tras el nacimiento de su hija anunció que donará a lo largo de su vida a obras sociales todas sus acciones de Facebook. Como el hábito no hace al monje, sorprende que Miguel Santalices, político experimentado, que ha demostrado saber nadar entre dos aguas y con mil batallas a sus espaldas, cometiera el desliz de estrenarse como presidente del Parlamento de la X Legislatura, cuestionando la indumentaria de algunos diputados, que, en su opinión, "deja mucho que desear". En un mundo en vertiginoso cambio, todo está sujeto a revisión. Princesas y actrices calzan deportivas bajo un glamuroso vestido de noche, los diseñadores de alta costura encuentran chic el chándal y hacen desfilar a sus modelos por el supermercado... Si todo está sometido a mudanza, ¿por qué no ir al Parlamento en vaquero y camiseta? Las generaciones más jóvenes imponen nuevas fórmulas de negocio, de consumo... También nuevos códigos de vestimenta y O Hórreo con sus diputados con traje y corbata, en plan "casual friday" , pero también en vaqueros y camiseta son el reflejo de la pluralidad de los electores gallegos.

| El enemigo en casa. La estética en política también es ir a los actos en coche con chófer o llegar conduciendo tu propio utilitario, tal cual ciudadano de a pie. Los primeros en darse cuenta de ello fue la izquierda rupturista, que en plena crisis económica, y con miles de familias sufriendo el embate del paro y los recortes, fustigaron a los políticos por sus sueldos, sus asesores y los coches oficiales, pero entrar en generalidades siempre suponer cometer injusticias. Es un discurso fácil que encuentra público. Tuvieron razón en denunciar los excesos y desmanes, que los hubo y seguro que muchos, pero cayeron en la demagogia al maximizar la situación. Los alcaldes de las Mareas prometieron menos sueldos, menos colaboradores y menos coches oficiales, y ya sufren en sus carnes, según confesión del propio regidor de A Coruña, Xulio Ferreiro, las restricciones de recursos en la gestión de lo público. El portavoz de En Marea, Luís Villares, ha caído en un error de novato en política. Reclamar para él lo que los suyos convirtieron en punta de lanza de los viejos partidos. Villares demanda secretaria y chófer, que han tenido y tienen otros líderes políticos, y ahí le estaban esperando PPdeG y PSdeG ansiosos por devolver la puñalada, y poner en evidencia el populismo con que actuaron en más de un caso las Mareas. Le faltó habilidad y olfato para intuir la tormenta que iba a desatar. Pero el enemigo más peligroso de Villares no está entre sus rivales políticos, si no en sus propias filas. Lo tiene en casa, pues fue alguien desde dentro de En Marea, quien filtró su petición de gozar de medios que le permitan desarrollar su trabajo de líder en condiciones, a sabiendas de la polémica que suscitaría. Fue uno de sus compañeros, quien dio cuenta de que el portavoz y exjuez reclamaba una compensación económica por el sueldo que dejó de percibir al tener que renunciar a la plaza del TSXG en agosto y no tomar posesión de su escaño hasta ahora. Villares, que con vehemencia prometió su cargo como diputado proclamándose dispuesto a dar la vida por Galicia, no quiere ser solo el cabeza de cartel de En Marea el 25-S, aspira a consolidarse como líder del nuevo proyecto, pero alguno de los suyos intenta debilitarlo.

| Cuestión de oportunidad. Para Alberto Núñez Feijóo, seguramente Villares cometió un error de oportunidad. En septiembre en una entrevista a Victoria Prego el líder del PPdeG contaba una anécdota sobre coches oficiales que ahora viene a cuento: "España es un país inflamado y con un enorme incendio. Hay cosas que en la España normal no producirían los efectos que están produciendo ahora y, sin embargo, ahora los producen. Y hay que aceptar que éstas son ahora las reglas del juego. Cuento una experiencia que la viví yo: en el año 90 Manuel Fraga gana las elecciones en Galicia. Yo era un letrado en la Consellería de Facenda. Estábamos esperando que entrase Fraga en las dependencias del edificio donde estaban la mayor parte de las consellerías. Y Fraga aparece de pronto con un Volvo blindado gris. Y dijimos: "Oye, y ese Volvo, ¿quién se lo ha comprado?". Porque yo estaba en la dirección general de Patrimonio y allí no habíamos iniciado ningún expediente de compra. Entonces me aclararon que se lo había regalado -espero que no se moleste la familia- Emilio Botín. ¿Usted se imagina que en este momento a un presidente del Gobierno de España o a un presidente de la Xunta le regale un Volvo o un coche blindado un banquero? ¡Eso sería imposible! ¡Un escándalo! Bueno, pues Fraga estuvo un tiempo con ese Volvo y al final llegamos a una conclusión: "Oye, fíjate que trae un Volvo que le han regalado y por lo menos no le hace gasto a la comunidad autónoma". O sea, lo que pensamos entonces fue, primero, que era un hombre con mucho peso. Segundo, que le respetaban mucho porque le regalaban ese coche. Y, tercero, que a la Xunta no le cuesta nada el coche del presidente. En fin, que las cosas hay que interpretarlas en el momento en que se producen".

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