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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Va a haber pollo en el Congreso

A Mariano Rajoy le van a montar un pollo los antisistema el día de su previsible reelección como jefe del Gobierno. Para ello, una coordinadora de tantas ha llamado a "rodear el Congreso" con una especie de corro de la patata, de modo que los que están dentro del edificio se enteren de que la verdad está ahí afuera. Como decían en la serie Expediente X, que tanto contribuyó a divulgar la creencia en los ovnis.

La gesta se producirá apenas unas semanas después de que un grupo chavista asaltase el Parlamento de Venezuela, lo que acaso evoque incómodas analogías.

No contribuye a despejarlas el diputado tardocomunista de IU Alberto Garzón, quien ha anunciado su propósito de participar en el asedio a la Cámara de la que él mismo es miembro. Tampoco el líder de Podemos, Pablo Iglesias que, según adelantó, saldrá del hemiciclo a saludar en plan torero a los manifestantes.

Es una grave duda existencial la que se les plantea a Iglesias y Garzón. Los dos forman parte, como diputados, del régimen constitucional al que los convocantes de la manifestación han tachado de "ilegítimo"; lo que no impide que al mismo tiempo simpaticen con la idea de los reventadores.

Deberán escoger, por tanto, entre quedarse dentro del Congreso llamándole de todo a Rajoy o salir afuera para hacer lo mismo. Puestos en esa disyuntiva parecen haber optado por la vieja tradición clerical de estar en misa y repicando: un ratito en el hemiciclo y otro con los que quieren boicotear la sesión desde fuera.

Hagan lo que hagan, tienen garantizada la cobertura audiovisual de su pose, que es de lo que se trata. Las cámaras de la tele -mayormente amigas- estarán a ambos lados de la barricada, con lo que los diputados insumisos disfrutarán de su cuota de pantalla, tanto si están dentro del Congreso como en el exterior. O en los dos sitios sucesivamente, como parece que va a ser el caso.

De sucesos tan singulares como los que se anuncian no queda sino deducir que vivimos en un país bipolar con tendencias latinochés. Hay en España un poder surgido de las urnas, tan legítimo como aburrido; y otro poder -adjetivado de "popular" por Iglesias- que busca su fundamento en la calle. Iglesias y Garzón quieren sumar los dos, como hicieron otros líderes en los años treinta del pasado siglo, aunque esta no sea la Alemania de entreguerras ni, mucho menos, la hambreada Rusia de octubre del 17.

También ahora estamos en octubre, ciertamente; pero esta es una España industrial en la que resulta complicado agitar a las masas (o a la gente, por decirlo en la jerga de la nueva política). Aquí hay ya mucha casa en propiedad, mucho coche, mucho smartphone de última generación y, en resumen, mucho vicio capitalista del consumo. Las grandes multinacionales le han comido el tarro al personal, ablandándolo lo bastante como para que no se lance a la lucha final en las calles. Y así no hay manera, claro está.

Lo más notable de todo este asunto es que el Congreso no va a hacer otra cosa que nombrar presidente al candidato de la fuerza más votada en las tres últimas elecciones, que viene siendo el tranquilo Mariano Rajoy. Indignados por ese golpe de la aritmética, los promotores del motín de investidura le van a montar un pollo de lo más televisivo al actual y futuro jefe del Gobierno. A este paso, acabarán por manifestarse contra la ley de gravitación universal. Tan injusta.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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