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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El desafío

A estas alturas, y oído y leído lo que dicen o escriben los dirigentes -y sus diáconos afines- de Podemos y cía, y sobre todo a la vista de lo que hacen, pocos pueden dudar ya de que el conjunto constituye un auténtico desafío al sistema. Y por tanto al Estado que de ese sistema -casualmente llamado democracia- es de donde nacen las reglas de convivencia y las leyes que declaran la igualdad y regulan la convivencia social.

Naturalmente, el prólogo no es más que la opinión personal de quien lo escribe, pero no parece que existan muchas dudas incluso entre los que no la compartan y apoyen a los heterodoxos. Porque, y no estorba advertir que por el momento en la más absoluta impunidad -bajo la excusa de la libertad de expresión, que tiene límite y no se concibió para aceptarlo todo- se permite lo que a otros los llevaría ante los tribunales.

Eso significa no sólo un desafío a la autoridad democrática, y también a todos aquellos que no piensan como ellos y que, dicho sea de paso, son una gran mayoría. No se trata de exagerar ni mucho menos de criminalizar una idea, sino de criticar un método de acción. Porque nace de falsedades, por ejemplo la de que el Parlamento no tiene legitimidad, y sobre todo de llamadas a "tomar la calle" para, así, subvertir aquella convivencia ordenada. A Iglesias y a los suyos ya no les basta con imitar el asalto al Palacio de Invierno de San Petersburgo; ahora quieren, aparte de los cielos, conquistar el madrileño de la Carrera de San Jerónimo.

Pues parece la hora de denunciarlo, con el mismo énfasis y contundencia con que los podemitas ejercen el suyo. Y de advertir que esas maneras producen contagio, y no hay más que ver y oír a una parte de las autoproclamadas "bases" del PSOE para darse cuenta de que las diferencias son cada vez más pequeñas. Salvo en una cosa: en un lado hay quien se va de vacaciones a Malibú, en California, y en el otro se conforman -de momento- con las orillas del Manzanares.

El resultado, conste, es un país no sólo desnortado sino desquiciado, en el que se invierte el orden valores cuya vigencia ha costado muchos sacrificios, muchas lágrimas y demasiado tiempo y que ahora hay quienes, sin haber gastado nada de ello, se permiten descalificar a quienes dedicaron su vida y su libertad a hacer de este país un lugar en el que mande el respeto a todos, incluidos los disconformes.

Un viejo refrán señala aquello del "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Oír hablar a algunos dirigentes podemitas a los que se les llena la boca de grandes palabras sin hechos que las corroboren, devuelve a la actualidad aquella máxima. Y ya está bien de farsa. ¿No...?

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