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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los sueldos

Una de las cuestiones que más irrita a los políticos -sobre todo a los que los cobran- es la de sus sueldos. Y aunque nadie discute que hayan de recibirlos, ni tampoco que sean "dignos", sí se cuestiona en cuánto se valora esa "dignidad" y, sobre todo, por qué ha de rebasar en bastante la de quienes, dedicados a otros oficios que requieren más preparación y más ocupación, reciben menos. Por eso, seguramente, no pocos ciudadanos se sienten molestos.

No es éste un asunto nuevo, pero a pesar de ello sigue provocando debate. Especialmente cuando, como ayer en este periódico, algún dirigente destacado -es el caso del señor presidente del- reconoce un sueldo "magnífico" y lamenta que el titular de la Xunta no se suba el suyo. Y aunque es cierto que uno y otro, como el resto de los que perciben sus retribuciones de las arcas públicas, las vieron rebajadas durante lo peor de la crisis, no lo es menos que ya se les han devuelto.

Dicho todo ello, que se puede medir. habría que preguntarse qué piensan -más allá de los resultados electorales, que a veces se simplifican, cuando reflejan muchas más cuestiones que ésa- los afectados por los ERE, las muchas decenas de millares de habitantes en paro, los jóvenes, que superan el 45% de desempleo o las mujeres que trabahan, cuyos suekldos inferiores porque no son hombres.

Y es que, les guste o no -y no les gusta- cada vez que se aborda este tema, saltan chispas o gestos de indignación, depende de cuáles sean los que se sientan aludidos. Y no se dice maltratados porque en materia monetaria, está claro que los representados tienen más motivos de queja que los representantes. Y ya va siendo hora de que de eso también se hable.

Por ejemplo -y conviene insistir para evitar malos entendidos: nadie discute la necesidad de que los políticos profesionales cobren- habría que proponer debate acerca de cuánto ha de ser. Hay ya quien sostiene que lo justo sería determinar cantidades partiendo de la media de los salarios de su circunscripción, algo que no gusta a los cargos -electos o no- y demás compañía porque habrían de rebajar bastante los suyos. Pero un baremo objetivo es preciso.

La cuestión daría para un volumen. Pero, aún resumida, es útil reclamarle al señor presidente de la Cámara un poco más de prudencia: no menciona los privilegios pero sí "gastos del oficio" ya cibiertos por bonus o se rebajarían mucho con la informática o la telefonía móvil. Que, por cierto es a cuenta del público también, como lo son las ventajas a la hora de la jubilación y hasta, por extraño que parezca, el coste de los aparcamientos.

¿ O no?

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