Hay quienes niegan la crisis como negaron el Holocausto o que el hombre llegó a la luna, y ahí están para testimoniarlo Armstrong, Aldrin y Collins, igual que Colón descubrió las Américas. Son negacionistas irreductibles. Como todos los fanáticos no admiten los argumentos, por sólidos y bien fundamentados que sean. No aceptan la existencia de la crisis, no al modo de la negativa de Zapatero, que lo hizo por razones tácticas, sino por visceralidad. Por lo que resulta una pérdida de tiempo tratar de demostrar que se empieza a salir de ella.
Pero haberla la hubo en abundancia por estos y otros pagos, y ahí están los millones de parados y los estragos de las empresas de construcción como ejemplos más visibles. Aunque fue una crisis global, en este país se notó con más fuerza.
Pero hay indicios claros, no solo brotes verdes, que apuntan a que empieza a quedar atrás. ¿En qué se percibe? Centrándonos en lo más cercano, puede afirmarse que uno de los baremos de medición de las crisis, porque son cíclicas, aunque unas más grandes que otras, como es el caso de la última, es el volumen de pasajeros del aeropuerto de Peinador.
Durante los últimos años hubo un fuerte descenso que no se puede atribuir en exclusiva a las marrullerías de la competencia, consistentes en que los aeropuertos del entorno, de A Coruña a Oporto, financiaban los viajes y Vigo, no. El pasaje suele ir a aquellas terminales donde hay más rutas y los viajes resultan más baratos, en especial si no hay transbordos.
En Vigo también existe otro elemento concatenado con el anterior de medición de la situación económica: la producción de Citroën.
Va a demostrarse con la superación de la crisis. El aumentó de viajeros del aeropuerto siempre se produce cuando la economía marcha bien. En todos los sectores, porque no tiene compartimentos estancos, sino vasos comunicantes. Este verano ha sido evidente en la hostelería. Pero no son las terrazas de los bares, cafeterías y restaurantes llenas las que marcan la tendencia de la crisis. Ni el repunte de la construcción o de los astilleros de forma individual. Es el conjunto. Aunque en Vigo, los dos grandes indicadores son Citroën y el aeropuerto.
La excepción es el vuelo Vigo a París, el primero internacional consolidado que tuvo Peinador, durante muchos años. Antaño con escala en Valladolid, después desde Vigo sin escalas. La razón de la conexión con Valladolid era la existencia de dos grandes firmas francesas de la automoción en ambos aeropuertos, Citroën en Vigo, Renault en Valladolid.
Ahora con las subvenciones a las compañías se han conseguido vuelos desde Peinador a diversas partes de Europa, entre ellas, una frecuentada en los meses de primavera y verano, la de Bolonia. No por el plan de estudios universitarios, sino por la posibilidad de acercarse a la Toscana y visitar Florencia.
Pero la frecuencia a París de Air France ha desaparecido y, cuando existía, era más cara que irse a Oporto para volar a la capital francesa sin transbordos.
No obstante, este año las cifras de pasajeros de Peinador volverán a acercarse al millón. Citroën también parece haber dejado atrás la crisis, ya que aumentará su producción, aunque se anuncie una ralentización las próximas semanas.
Es la ocasión de que aparezcan nuevos negacionistas de la crisis, porque siempre hay quienes desconocen la realidad. Pasa con las encuestas y el apartado de los que no saben no contestan. Ocurría en pleno Gobierno de Fraga en Galicia, en que había gentes que decían no conocer al de Villalba. ¡Qué ya era desconocer!
Pero a pesar de los negacionistas, por razones políticas u lo que sea, lo cierto es que hubo crisis, y fuerte, pero está en fuga. Por todas partes se aprecia que empieza a alejarse. Aunque los estudios de Cáritas y otras organizaciones asistenciales relaten que aún hay millones de gentes que no llegan a final de mes o que sencillamente son pobres.
En este caso, lamentablemente, es inexorable la máxima evangélica: "Pobres siempre habrá entre vosotros". Es decir, los hay y habrá con crisis y sin ella. Lo que no sirve de justificación para aquietar conciencias ni para conformarse. Pero el hecho de que haya pobres tampoco niega la realidad de que la crisis está en fuga. Por fortuna, y aunque molesten a los viandantes, las terrazas se llenarán más y ocuparán cada vez más espacios en las aceras.