Esta fue semana de congresos. De domingo a martes asistí al Congreso Nacional de Empresa Familiar y miércoles y jueves me tocó dirigir una conferencia sobre sostenibilidad de las finanzas públicas españolas organizadas por mi grupo de investigación. Más allá de las cuestiones concretas que se hablaron y discutieron, percibí un claro contraste entre la percepción de los asuntos privados y los públicos. En lo privado, domina el optimismo. A las empresas les va bien. Están recuperando cifras de facturación. Exportan más y ganan más. Se quejan de burocracia e impuestos, pero no más de lo habitual. En cambio, la situación política y la gestión pública preocupan mucho. Los empresarios familiares suspenden claramente la coyuntura política; los analistas y las instituciones que se dedican al estudio de la hacienda común no encuentran más que problemas y dificultades; en el frente autonómico, en el tributario, en la Seguridad Social?

Por eso, más que nunca, necesitamos un gobierno reformista y capaz en el frente de la gestión pública. No podemos seguir con los parches y remiendos; necesitamos consensos del pacto de Toledo y con las Comunidades Autónomas; urge una nueva estrategia tributaria; es perentorio un plan de consolidación presupuestaria creíble. Por eso, el futuro a corto plazo no puede consistir en repetir los equipos, maneras y recetas de los últimos cuatro años. Necesitamos un cambio a mejor. Y ya.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP