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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El "ahorro"

Así que, expuesto sin malicia y menos aún perversa intención, cabe preguntarle a la Xunta en general, y en particular a quienes se encargan de lo financiero, qué diferencia encuentran entre el ahorro necesario y el extravagante. Sin que sirva la explicación stricto sensu, porque es obvio que no son la misma cosa, pero también que uno puede beneficiar y el segundo, como todos los excesos, ser muy perjudicial.

Viene a cuento el introito de la información que este periódico acaba de publicar acerca de que el Gobierno gallego dejó de gastar el año pasado la mitad de los fondos para fomentar el empleo. Y no es una fruslería: se había consignado en 2015 un total de 268,9 millones -de euros, claro- para tal menester, pero se quedaron sin invertir 124,4. O sea, casi la mitad, resultando por ello que ese capítulo, el de fomento de empleo, fue en el que menos ejecución presupuestaria registró.

Hasta aquí las cifras. Y dado su volumen, y sobre todo el objetivo al que se destinaban, habrá que suponer que existe una explicación. Difícil de entender, en todo caso, y más aún de aceptar en un país que tiene tasas de paro inadmisibles y en el que su gobierno fijó como objetivo prioritario de toda la legislatura la lucha por el empleo. Y es de suponer que nadie saldrá hablando de que eso es "ahorro", porque de ser así habría, su presidente, de sacarlo del cargo a gorrazos.

Y conste que cuanto antecede, que es opinión personal de quien lo escribe, no pretende excitar los ánimos -ni siquiera dialécticos- de alguien, y menos aún de los/as habitantes de este antiguo Reino que no hallan trabajo. Pero sí se trata de exigir que se reduzcan las estadísticas a lo que son y se atienda más a las personas. Y con ese balance, aquí no lo parece.

Es muy cierto, desde luego, que a quien corresponde la creación de empleo es a los empresarios, y que los gobiernos han de procurar que el que se cree sea estable y digno. Para eso están las ayudas: lo malo es que aquí alguien falla en sus obligaciones. Puede que sea la patronal, devorada por la ruina y sus luchas internas y por tanto en pésimas condiciones para cumplir su objetivo y más si usa el dinero público para tapar agujeros, pero la Xunta tampoco brilla por su eficiencia.

Es posible que la muy aguda crisis que se ha atravesado, y la que todavía queda por afrontar cuando la UE apriete las tuercas a España, haya generado una fiebre ahorradora en los gobiernos. Y por eso se citó su especie extravagante: si el conselleiro de Economía, que había destacado hasta ahora por sus iniciativas dinamizadoras, se contagió de esa "fiebre", o se cura pronto o no faltará quien pida su cese.

Sería una lástima.

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