Mira que no se elaboran y aprueban planes en esta ciudad nuestra. Para todo tipo de cuestiones, algunas de lo más variopintas. Y resulta que el más importante, en el que está en juego el futuro de la ciudadanía, como es el Plan de Ordenación Urbanística, es pasto de la discusión, controversia y polémica, al uso de si son galgos o podencos.
Si el pasado urbanístico se tiñe de color negro, con anulación de planeamiento y de una ordenación provisional, de hace unos días, el presente discurre por una senda sinuosa y perversa, con ese choque de intereses en los que pesan más los de ideario partidista que los del interés general.
Buscar culpables a estas alturas, cuando no se quisieron depurar responsabilidades en su momento por los que utilizando una mayoría de dúo gobernante -PSOE y BNG- por esa anulación de un plan elaborado y aprobado por el PP, solo sirve para extender esa mancha contaminante por una ciudad abandonada a su suerte.
Una situación que solo sirve para alimentar la mala imagen que tiene la clase política. Y Ourense no podía ser una excepción. Estos últimos días la ceremonia de la confusión alcanzó su máximo esplendor. Mientras, los ciudadanos esperando, a la vez que desesperados, por soluciones que no llegan, con la incongruencia añadida de trasladarles la responsabilidad de señalar a los buenos y los malos.
Sin necesidad de recurrir a la hemeroteca, con actas plenarias en las que esas acusaciones de pelotazos urbanísticos eran como un bumerán de ida y vuelta, lo que quieren saber los ciudadanos que los eligieron es si la tercera ciudad de Galicia se abrazará definitivamente al plan urbanístico de 1986, que a día de hoy está vigente.
Otras ciudades se asientan en el futuro con desarrollos previsibles, actuaciones concretas y crecimientos ciertos. Aquí, en As Burgas, la única certeza es la nada.
