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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El bloqueo

De modo que, por si alguien pensaba que el bloqueo de Sánchez y los suyos con el "no es no" a la lista más votada iba a salir gratis, a estas horas ya conoce la factura. Galicia incluida: la parte con que se nutre su presupuesto, que fue el 80% en 2016 procedente del estatal, ha sido congelada por el Ministerio de Hacienda como consecuencia de la incertidumbre que genera la situación política de un Gobierno en funciones.

El dato, publicado por este periódico hace apenas unas horas, no sorprende tanto como disgusta. Lo primero porque, sin que se puedan elaborar el techo de gasto y las cuentas generales para 2.017, era ilusorio que las autonomías, y en cascada las otras administraciones, tuviesen claras sus disponibilidades. Lo segundo, el disgusto, porque las que cumplieron rigurosamente sus obligaciones financieras, reciben igual trato que las que no lo cumplieron. Y eso no es igualdad, sino agravio.

Es cierto, desde luego, que Galicia está más acostumbrada a los sofocos en ese terreno. No en vano en los primeros años de esta Xunta, la entonces conselleira de Facenda hizo costumbre los reajustes presupuestarios como consecuencia de sus malos cálculos de ingresos y gastos. Y como no hay mal que por bien no venga, Fernández Currás "entrenó" al país para los sustos financieros.

Ahora queda por ver si, para colmo de desdichas, el retraso de España en la presentación de sus cuentas a Bruselas y los ajustes que serán necesarios -y que probablemente no cubrirá el adelanto a cuenta del impuesto de sociedades-, implica daños colaterales. Como por ejemplo la congelación de fondos europeos, que a Galicia le vienen como agua de mayo. O una subida de impuestos.

Lo que sí parece seguro, a menos que acontezca algo parecido a un milagro, es que los objetivos que el presidente Feijóo se marcó como prioritarios en su programa electoral van a necesitar, sino un bloqueo, desde luego una reflexión a la baja. Lo que sin duda hará su debate de investidura algo más animado de lo previsto: sin la menor intención de ser frívolo, podría concluirse que no hay mal que por bien no venga.

Lo único claro a estas alturas, no obstante, es que la política practicada desde el principal partido de la oposición en España, que es el PSOE, por parte de su ya ex secretario general, ha sido no sólo una necedad, sino una especie de juego de la ruleta rusa en la cabeza de los demás, aparte de la suya propia. Por eso Sánchez ha conseguido un auténtico récord: pasar a la historia como alguien aún peor que Zapatero. Y menos mal que no llegó a presidente. Habría sido seguramente el acabose, para el partido y sus tan citadas bases.

¿Verdad...?

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