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Ceferino de Blas.

La sutileza puede ser confusa

Un brillante profesor protestaba indignado porque el corrector de pruebas del periódico en el que colaboraba le había cambiado la expresión "caridad del alba" por "claridad del alba".

Si hasta es redundante, argumentaba. El alba siempre trae claridad. Y él quería decir caridad del alba. La caridad reparadora que llega con el amanecer, después de una noche horrorosa de dolor, insomnio o sueños horribles.

No se percataba de que el lector, como el corrector de pruebas del periódico -eran otros tiempos-, creía que el autor se había equivocado con lo de la caridad, y le había corregido por el vocablo claridad, justamente por eso, porque el alba es clara.

El lector habría pasado por la expresión con toda naturalidad, sin percatarse de la precisión en el lenguaje y la metáfora del profesor. Solo él tenía in mente la sutileza del vocablo "caridad" para dar a entender el desahogo que suponía despertar.

Ahora ya no hay correctores de pruebas en los periódicos, por la sencilla razón de que los suple la tecnología. Existen unos correctores automáticos incorporados a los ordenadores que, aunque no los hagan innecesarios, los sustituyen. Aunque siempre queda alguna mano que pueda modificar un texto.

No es infrecuente incidir en la actitud del profesor, intentando justificar una cuestión periférica, que al lector le trae sin cuidado, aunque para el autor sea importante, por considerarla un acierto estilístico, una muestra de sensibilidad o un toque de originalidad.

La sutileza puede prestarse a la confusión, porque no se entienda o porque el receptor no repare en el mensaje que se transmite. Ocurre también con la ironía, que en la radio no se recomienda, porque si no se capta puede malinterpretarse.

Pero eso no significa que haya que huir de la sutileza. Al contrario, solo con sutileza se pueden solventar situaciones enrevesadas. Es útil en todos los órdenes de la vida y acierta quien la practica, aunque a veces induzca a la confusión, por lo que conviene medirse a la hora de emplearla.

Un ejemplo de actualidad. La raíz de los problemas del PSOE está en lo que nos ocupa. Es el viejo enfrentamiento entre las dos almas del socialismo, entre la pragmática, que intenta influir en la sociedad a través del poder, y la dogmática, que anhela los extrarradios, para lamentarse y llorar por haber perdido. Es la pugna entre una cierta visceralidad y la sutileza, entre la presunta ortodoxia del "no", siempre "no" al PP y el posibilismo que evite el desastre. En definitiva, entre los sentimientos y la semántica que juega con el término "abstención", que lo sobreentiende, pero nunca lo pronuncia.

El antiguo secretario general es de basquet, y como los jugadores de baloncesto, grandes y torpes, va al choque, mientras la baronesa andaluza es de tauromaquia, avezada por supervivencia a esquivar las embestidas y a evitar las cornadas.

Los militantes -no tanto los afiliados-, poco amigos de la confusión que suscita la sutileza son proclives al absurdo de hacer más caso al líder dispuesto al choque, que pierde elecciones, que a los dirigentes territoriales que las ganan y gobiernan, partidarios de la sutileza, posibilista, discreta.

De ahí la reacción del viejo partido, cargado de historia y de experiencia, y con capacidad de pervivencia, para desprenderse de los cuerpos extraños.

Por eso han prescindido de quien alborotaba tanto y parecía dispuesto a llevarlos al desastre. Con sutileza intentan reconducir la situación hacia un socialismo posibilista. La otra pata del necesario sistema bipartidista.

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