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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

José Mato Prada, pionero de la hospitalización pediátrica

El desarrollo de la pediatría española se produjo en varias etapas, bien diferenciadas por el historiador de la medicina de nuestro país Luis Sánchez Granjel (Historia de la pediatría española, 1965). Se produjo además en varias dimensiones superpuestas -universitarias, asistenciales filantrópicas, públicas y privadas, de protección social, asociativas y de divulgación-, analizadas por varios autores, entre los que me place citar a José Peña Guitián (La Asociación Española de Pediatría. Evolución histórica, 1992) y a José María López Piñeiro y Juan Brines Solanes (Historia de Pediatría, 2009). Ya habíamos adelantado aquí (Faro de Vigo, 18.09.2016), que cuatro eran los períodos de la pediatría española: 1) Nacimiento como especialidad (1886-1914), 2) Inicios del desenvolvimiento de la especialidad (1914-1936), 3) Consolidación de la pediatría (1936-1960 a 1970) y 4) Desarrollo de la pediatría integral y sus especialidades (1960-1970 hasta la actualidad). El inicio de estos ciclos fue muy variable, más precoz en las grandes ciudades y donde existían instituciones académico universitarias y más tardía en provincias, como es el caso de Ourense. A cada una de estas etapas correspondió una generación de pediatras. En la segunda etapa la asistencia sanitaria pública se limitaba a medidas preventivas y sociales (puericultura) o de atención a problemas colectivos o enfermedades concretas tales como enfermedades infecciosas endo-epidémicas. La asistencia al niño enfermo descansaba, en casi toda su extensión, en el ejercicio libre y privado, con una frecuencia elevadísima de visita domiciliaria. Aunque en 1942 se instaura el Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE), no se reglamenta hasta 1947, no se extiende a toda la población y no incorpora a la Pediatría hasta 1950, cuando se establecen los "pediatras consultores" en los ambulatorios. Era un "conato de medicina infantil" (en palabras de Antonio Arbelo) que solamente alcanzaba a los niños hasta los 3 años sin volante del médico general, y hasta los diez años con volante del médico de cabecera o de otro especialista. En 1958 se da un paso más con la creación del "pediatra de zona" hasta los 7 años de edad. No existía medicina hospitalaria pediátrica. Muy pocos niños, sobre todo los quirúrgicos, ingresaban en las llamadas Residencias Sanitarias del SOE y los hospitales de la beneficencia. Ourense no era una excepción. El "pediatra consultor" ingresaba algún niño grave en una de las dos plantas de ingresos quirúrgicos con las que contaba en la Residencia Sanitaria de la calle del Progreso. Lo mismo sucedía con los niños dependientes de la Beneficencia que se hospitalizaban en el Hospital Provincial. En ambos casos las instalaciones eran obsoletas, inadecuadas para la edad pediátrica, sin personal especializado, y sin continuidad asistencial.

Como habíamos avanzado (Faro de Vigo, 18.09.2016), en la segunda etapa pediátrica española se establecieron en Ourense los doctores Álvaro Bobillo y Leoncio Areal y en la tercera etapa comenzaron su ejercicio profesional Federico Martinón, Alberto Fábrega y Julio Freijanes, a los que se sumaron después Blanca Sánchez Martínez, Antonio García Martínez, Nicasio López Peteiro, Gloria Sánchez Borrajo, Luis Mangana Conde, Luis Gallego Domínguez y José Mato Prada. Precisamente a este último, cuando en mayo de 1969 se inauguró la Residencia Sanitaria "Nuestra Señora del Cristal", le correspondió ser el pionero de la hospitalización pediátrica en Ourense.

José Mato Prada nació en La Habana (Cuba), el 10.09.1922, hijo de padres emigrantes, cuyos comienzos describía como laboriosos y no fáciles. Cuando contaba 13 años de edad, poco antes de iniciarse la guerra civil española de 1936, su familia regresó con él a España. Cuba quedaría siempre como diana de su mayor afecto. Él mismo le expresó a este escribidor, en más de una ocasión, su gran cariño por su país natal y le mostró las viejas fotografía de la fábrica de camisas de su familia en aquella tierra. En su pensamiento siempre existió el deseo de volver a su lugar de origen, "cuando Fidel ya no estuviera". No pudo ser. Se casó con una excelente, completa y bella mujer ourensana, Betty Rodríguez. Mas "perdió muy pronto a las mujeres de su vida, tanto su madre como su esposa fallecieron muy jóvenes" -en palabras de su hija Ana-. Se quedó tempranamente viudo, con la responsabilidad de cuidar a los siete hijos de su matrimonio, cuyas edades oscilaban entre los 17 y los 4 años. Falleció el 30.03.2013, a los 90 años de edad.

José Mato estudió la carrera de Medicina en la Universidad de Santiago, donde se licenció en 1947, a los 25 años de edad. Se formó en la especialidad de Pediatría en la Clínica Universitaria del histórico edificio del Hospital Real compostelano, bajo el magisterio del profesor Manuel Suárez Perdiguero, y donde tuvo como compañeros a Bartolomé Burguera, Servio Puente -que se establecerían en Santiago-y José Cal -que ejercería en Vigo-. Allí obtuvo en 1950 el título de Médico Puericultor y posteriormente, en 1964, el de Pediatra, antes no regulado de manera oficial. Durante su estancia en Santiago colaboró activamente en la frenética labor asistencial y publicista de su maestro. En 1950 se estableció en Ourense y abrió su primera clínica privada en una casa del Parque de San Lázaro, en la que trabajó intensamente, al modo generoso de entonces, cobrándole las consultas a aquellos que tenían medios y asistiendo de modo gratuito a los que no podían sufragarlas. Él mismo contaba anécdotas que lo confirmaban. Tal era la de "Pípere", su peluquero a domicilio de toda la vida y a cuyo hijo salvó de una grave enfermedad, después de muchas visitas diarias a pie de cama hasta su curación.

Tras muchas horas de estudio y muy pocas de sueño, José Mato obtuvo una plaza en las primeras oposiciones para "pediatra de zona" en Ourense, compaginando su atención con el ejercicio privado. Cuando en mayo de 1969 se inauguró la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social "Nuestra Señora del Cristal", y con ella el primer Servicio de Pediatría para hospitalización de niños, se responsabilizó al doctor Mato de su Jefatura de Servicio. Al inicio, se encargó él solo de toda la asistencia facultativa de los niños, aunque pronto se sumó José Luis García Rodríguez. Dos pediatras daban continuidad a la atención, día y noche, sin presencia física, realizando guardias "requeridas" en días alternos, y sin remuneración complementaria alguna. Guardo con celo las primeras memorias que Mato elaboró, personal y cuidadosamente, y tuvo la bondad de regalármelas cuando se jubiló -hoy forman parte de la historia médica ourensana. La asistencia durante el primer año sumó 310 niños hospitalizados y 500 consultas externas. En los años siguientes se fueron incorporando otros pediatras hasta alcanzar la cifra de seis en 1977. En el último año de este Servicio abarcó 1.200 hospitalizaciones y 3.673 consultas. Estos números expresan la ingente labor que se realizó en este Servicio. Pero no solo eso. Es fácil comprender el enorme esfuerzo que tuvo que suponer para pioneros como Mato adaptarse de la medicina ambulatoria a la hospitalaria, antes inexistente, siguiendo el ejemplo iniciado en España por Enrique Jaso Roldán en Madrid o Ángel Ballabriga Aguado en Barcelona. En 1976, al convocarse las plazas de facultativos para el nuevo Hospital Materno Infantil "Infanta Elena", el doctor Mato y yo nos presentamos, entre otros, a la de Jefe de Departamento de Pediatría. Fue una competición noble, en la que yo conseguí la plaza. Desde el primer momento me ofreció su amistad, experiencia y ayuda y tuve en Mato una colaboración excelente, magnánima y sin fisuras, hasta que logramos un Departamento modélico -dicho sea sin falsas humildades-. Pero no solo hizo labores asistenciales. También se sumó a las restantes tareas de investigación aplicada y enseñanza. En las Memorias del Departamento queda constancia de sus publicaciones y comunicaciones científicas. Participó con entusiasmo, en su calidad de tutor o colaborador docente, en la formación de especialistas por el sistema MIR, alumnos de Pediatría Clínica de la Universidad y en la de médicos, enfermeras y auxiliares de Puericultura. En todo ello dio ejemplo de hombre riguroso, puntual y metódico. Su labor docente también se extendió a la Escuela de Enfermería y a la Escuela Profesional "12 de octubre", donde fue un buen y querido profesor. Además se comprometió siempre en las tareas administrativas y de gestión del Hospital, participando en muchas juntas y comisiones. También lo hizo con el Colegio Oficial de Médicos, formando parte de su Junta Directiva y representándola en la Junta Nacional y en diversos tribunales. En 1960 formó parte del grupo de médicos que fundaron la Academia Médico Quirúrgica de Ourense, bajo la presidencia de Manuel Cabaleiro Goás. La Sociedad de Pediatría de Galicia le reconoció sus méritos profesionales nombrándole, por unanimidad, Miembro de Honor, designación que sé le ilusionó sobremanera.

A la par fue un hombre comprometido con la Sociedad de su tiempo, aceptando diversas responsabilidades con honestidad y empeño. Entre otras, están las de concejal del Ayuntamiento de Ourense (1963-1970) y tesorero de Club Deportivo Ourense (1967-1969). En lo político era consecuente con sus ideas conservadoras, que defendió sin disimulos ni dobleces, ante cualquier interlocutor y de manera repetida en sus numerosos artículos de opinión en la prensa ourensana. Hombre de carácter fuerte y fiel a sí mismo, quiso hacer una incursión en la política y, cuando entendió que no recibía la consideración adecuada, llegó incluso colgarle el teléfono al mismísimo Manuel Fraga Iribarne, cuando ya este era presidente del Partido Popular de Galicia y de la Xunta. Ello no fue óbice para que siguiese admirándolo y defendiéndole en público y privado.

En lo privado, su segunda casa fue el Liceo de Ourense, a cuyas tertulias concurría cada día. Su afición fue el ajedrez, que no dejó hasta el final debido a sus problemas de visión. Este escribidor se siente honrado de haber sido amigo del doctor Mato y haber sido su compañero en el trabajo y desarrollo del Hospital Materno Infantil de Ourense, hasta que logramos que todos los niños fuesen atendidos aquí sin necesidad de desplazamientos. No olvido la última vez que estuve con él. Fue cuando, pese a sus dificultades, asistió a una conferencia que dicté en el Liceo y subió a su alta tarima para felicitarme. Estimo que Ourense y, sobre todo los niños ourensanos, están en deuda con él.

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