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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El retorno

Pues la verdad es que, al menos en opinión de quien esto escribe, no hay demasiados motivos para la satisfacción en los diferentes grupos que van a formar la oposición en Galicia. Primero porque aunque entre todos al menos no han retrocedido, tienen 34 escaños, los mismos que en la legislatura anterior, su gestión va a ser bastante más difícil. Segundo, por el caos que se vive en el históricamente más fuerte, que es el PSOE, y tercero porque los nacionalistas, sí merman.

En términos políticos se puede discutir esta afirmación, pero la aritmética no miente: la mitad de En Marea es podemita, y la otra mitad -siete- corresponde a AGE, y esa cifra es menor que la de 2012, después de las "fugas" al Grupo Mixto redujese los nueve que le dieron las urnas, y en los que había también actas de EU, en absoluto considerados discípulos de Beiras, por socios que fueran. Esas son las cuentas, y el resto farrapos de gaitas.

Y, para redondear el balance, hay que añadir que el BNG, el tronco del que salieron algunas ramas silvestres ahora desgajadas, también perdió un escaño. Pero en su favor cuenta que mantuvo grupo propio, lo que parecía utópico hace un mes, y detuvo la sangría de votos que lo enflaquecía desde hace varios años. Y eso no fue solo por la magnífica campaña de su candidata Ana Pontón -después de la de Alberto Núñez, la más lúcida-, sino porque bastantes de los que se fueron, volvieron.

Ese retorno puede explicarse, quizá, por la desconfianza en el futuro de la nueva marca En Marea, en la que su parte más potente, que es Podemos, da síntomas claros de fractura interna. Y es posible también que se deba a la reflexión de una parte del cisma nacionalista, que ha visto que fuera de la casa común también hay poco margen de maniobra.

Suponiendo, que no es poco, que eso fuese así, la lógica apunta a que la posibilidad, necesaria para crear una alternativa seria en Galicia, de reunificación de los grupos desgajados pasa por el Bloque. Pero no por un BNG irredento y radicalizado por la UPG, sino otro más abierto e inteligente, dispuesto a acoger a quienes sintiéndose gallegos y galeguistas, no aceptan el soberanismo como salida.

Es sin duda, el viejo debate que ha separado a muchos, más por razones tácticas que estratégicas. Y no hay solución fácil, pero quizá Ana Pontón, que envió mensajes -paradójicamete- más en línea con los de quienes perdieron la última asamblea que con los que la ganaron con ella al frente, pueda dar con las fórmula pragmática que permita que ese retorno iniciado ahora, se acelere. Por el bien de un país moderado, que no conservador.

¿Eh...?

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