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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Disparar sobre Sánchez

Abierta la temporada de caza, la pieza más buscada es el señor Sánchez. Le disparan desde todas partes. Desde el interior de su partido, desde el amplio frente escopetero de los medios de comunicación, y desde las tertulias más reaccionarias y alborotadoras. Y ya no digamos desde el puesto reservado para el "fuego amigo" que no le pasa una y ha hecho una cuestión de estado su eliminación política. Acosado por todas partes, el señor Sánchez ha resuelto convocar al comité federal para que este se pronuncie sobre la oportunidad de celebrar elecciones primarias el 23 de octubre y un congreso federal en la primera semana de diciembre, un poco antes de las terceras elecciones generales si antes no hay investidura de un nuevo jefe de gobierno.

Un calendario tan apretado parece hecho con la intención de dificultar las maniobras de quienes quieren moverle la silla, aunque el joven secretario general socialista lo justifica por razones de imprescindible esclarecimiento ideológico. "Ha llegado la hora de hablar claro -dijo en una comparecencia ante los medios-. Si nos abstenemos, el PSOE se posicionará en una situación subalterna al PP. No quiero esto para el PSOE ni para la izquierda de mi país. Y por eso tenemos que intentar la alternativa de cambio con todas las otras fuerzas. Ha llegado por tanto la hora de plantear ese debate a quien corresponde, que es a la militancia a través de un congreso". La invocación a la militancia y a las bases del partido ha causado estupor en lo que eufemísticamente se llama los "círculos del poder" y en sus alrededores. "¡Invocar a las bases! ¿Dónde se ha visto eso?", comentó entre escandalizado y divertido un locutor de voz impostada. La broma se extendió rápidamente por todo el frente radiofónico matinal. "¿Pero a quién se le ocurre consultar a las bases del partido un cambio de orientación ideológica -se oyó decir a otro-.

Todos sabemos que las bases son siempre mucho más radicales que la dirigencia. Al fin y al cabo, ni se juegan nada (imagino que se refería al sueldo), ni se responsabilizan de nada. Son como los hinchas en el fútbol". La comparación entre los militantes de base de un partido y la hinchada de un equipo de fútbol me pareció muy reveladora de una forma elitista de ver la participación popular en la política como un simple papel de animación.

Al margen de todo eso, el hostigamiento a Sánchez no es de ahora. Desde que fue elegido secretario general del PSOE se ha especulado con que su destino era guardarle la silla a doña Susana Díaz hasta que esta estuviese en las condiciones idóneas para trasladar su domicilio desde Sevilla a Madrid, a juicio de las grandes cabezas pensantes del partido. Lo prefirieron a Eduardo Madina porque, para su gusto, era demasiado radical y en el pecado llevan la penitencia. Y no es un caso único.

Es frecuente que los investidos de poder acaben por no hacer demasiado caso a sus mentores. En cualquier caso, el lamento jeremíaco por la decadencia electoral del PSOE y la añoranza de la época de González y hasta de Zapatero, no deja de tener su gracia. ¡Con la de barbaridades que se dijeron de ambos!

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