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¡A por Sánchez!

Unanimidad en los quioscos de Madrid: Pedro Sánchez no tiene quien le apoye. De las cuatro cabeceras de referencia, tres han apostado siempre, desde antes de las elecciones, por un nuevo gobierno del PP, y el cuarto presiona con toda la fuerza de que es capaz para que el PSOE facilite la investidura de Mariano Rajoy por la vía de la abstención. "La estrategia de Sánchez parece olvidar los intereses de España y los de su propio partido", afirma "El País" en un editorial donde están presentes las expresiones "disparatado camino" y "deriva".

Aclaramos que, en la lengua castellana, "deriva" significa (entre otras) "evolución que se produce en una determinada dirección, especialmente si ésta se considera negativa". Es decir, acusan a Sánchez de estar cambiando la dirección de la nave socialista, cuando él podría defender que hace justo lo contrario: mantenerse firme en el rumbo definido por el órgano de dirección que acordó ni investir ni ayudar a investir a Mariano Rajoy .

Que la derecha salte a la yugular del socialista es comprensible. La pregunta podría ser: ¿Por qué también lo hacen quienes no pueden ver a Rajoy ni en pintura? Famosos opinantes multimedia que siempre han reprobado la figura y las políticas del gallego ahora se enfadan porque Sánchez no le aúpa a un nuevo mandato. ¿Qué prisa tienen por inaugurar cuatro años de más de lo mismo? La tesis que circula, defendida incluso por voces del nacionalismo catalán, es que las terceras elecciones mejorarían el resultado del PP, y que por tanto es menos peligroso si gobierna con los 137 escaños actuales. Pero no son realmente 137, sino 169: Ciudadanos no le va a fallar.

De momento, Sánchez planta cara. Las presiones externas tienen efectos internos y los barones que gobiernan autonomías subvencionadas están dispuestos a hacerle la cama. Él responde con la amenaza de apelar directamente a una militancia globalmente animada con la mística numantina del "no es no". Dice que quiere intentar un gobierno alternativo. En realidad, lo que intenta es que sea otro -si puede ser, Pablo Iglesias- el último en pronunciar la palabra "no" antes de que se convoquen automáticamente las elecciones que se celebrarían el 18 de diciembre, dos días antes de que se cumpla un año de las que abrieron la caja de los truenos.

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