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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

La política gallega y Madrid

Por razones que no viene al caso explicar, no he podido seguir desde la proximidad el desarrollo de la campaña electoral gallega. Pese a todo, el esquema es conocido desde hace muchos años, prácticamente desde que se empezó a votar una vez transformada la dictadura en monarquía parlamentaria por la vía de la ley (el "milagro español" se le llamó al fenómeno).

De un lado, estaba la derecha de extracción franquista monopolizada primero por UCD y después por AP y el PP. Y de otro, la izquierda escindida entre socialdemócratas, comunistas y nacionalistas bajo las siglas de PSDG, Izquierda Unida y BNG.

El esquema, digamos tradicional, se mantuvo durante muchos años y la gran novedad fue el añadido de otros dos protagonistas al darse por agotado el sistema de alternancia en el poder entre los dos grandes partidos nacionales. En la derecha, el nuevo partícipe se llama Ciudadanos y en la izquierda Podemos aunque en Galicia se presenta a las elecciones junto con otros partidos bajo la denominación común de En Marea. Las encuestas, los politólogos de cabecera y una mayoría de medios pronostican una victoria por mayoría absoluta del partido que encabeza el presidente de la Xunta en funciones, que ha concurrido a las elecciones suprimiendo las siglas de su partido en los carteles, lo que da una idea de que lo que ha de votar el ciudadano es a la persona y no a la marca ni al programa.

Esta estrategia de comunicación sorprende bastante porque habrá quien pudiera pensar que de lo que se trata es de eliminar cualquier referencia molesta a los repetidos casos de corrupción que acosan a la formación que fundó Fraga Iribarne. Y también sorprende bastante que el señor Núñez Feijóo haya evitado coincidir con su jefe político don Mariano Rajoy en los actos electorales que se celebran en la comunidad gallega como si este pudiera contagiarle alguna clase virus político que perjudicase sus aspiraciones. Sea cual fuere la estrategia (las campañas electorales se dejan llevar por técnicas de marketing a veces tan incomprensibles como inútiles) lo que sí parece evidente es que el señor Núñez Feijóo apuesta fuerte en su promoción política fuera de Galicia.

Una tendencia que es común a otros dirigentes gallegos del pasado, cuyo último objetivo fue siempre triunfar en Madrid y pasar el mes de agosto en casiña para aliviarse de los calores mesetarios. Lo hizo Franco, que veraneaba en Meirás (municipio de Sada). Lo hizo Fraga que veraneaba en Perbes (municipio de Miño) desde antes de que se viniera a Santiago para presidir la Xunta y lo hizo Rajoy que veraneaba en Sansenxo hasta que razones de seguridad le obligaron a hacerlo en una localidad vecina. Triunfar en Madrid es la aspiración de casi todos los políticos gallegos de la derecha e incluso de algunos de la izquierda.

Ya se lo recomendó Fraga a Rajoy. "Cásese, aprenda gallego y váyase a Madrid". La primera y la última de las condiciones las cumplió con éxito indudable pero con la segunda no pudo o no quiso. Esa vocación madrileña de los políticos gallegos de la derecha ha impedido que (es mi modesta opinión) Galicia tenga un peso político equiparable a Cataluña y al País Vasco, las otras dos comunidades llamadas "históricas".

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