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la mirada

Juntos, pero no revueltos

| Desembarco desde Madrid. La campaña electoral encara su recta final y los líderes políticos afrontan la proximidad del momento decisivo, el 25-S, con distintas dosis de optimismo. El sondeo de FARO apunta a que Alberto Núñez Feijóo logrará su tercera mayoría absoluta, y que En Marea podría ser la segunda fuerza más votada, aunque podría empatar en escaños con el PSdeG. Pintan bastos para el BNG, con cinco escaños menos, y Ciudadanos se haría un hueco en O Hórreo. En el ecuador de la campaña, no sé si la misma despierta la atención de la mayoría de los gallegos, pero sí concita el interés de los partidos de Madrid. ¡Vaya desembarco de líderes nacionales!, a los que por cierto se les ve más por aquí que por el País Vasco, donde también habrá urnas el 25-S. Quizá allí el pescado está vendido y aquí piensen que le pueden dar la vuelta al marcador con unos cuantos mítines. Mariano Rajoy estuvo y estará siete días, Pedro Sánchez, al menos cuatro, Albert Rivera, seis, y Podemos ha dejado el asalto de los suyos para la recta final, con la llegada de Ada Colau, ayer, y Pablo Iglesias, Alberto Garzón y otros dirigentes la próxima semana. ¿Por qué tanta querencia por esta tierra? Porque una victoria de los suyos en Galicia reforzará su posición y debilitará la de los rivales en la escena estatal, y no olvidemos que España se arriesga a unas terceras elecciones en diciembre. Si sus siglas triunfan aquí, exigirán y exhibirán su parte de responsabilidad.

| Campañas paralelas. En el caso del PPdeG, ha llamado la atención que Mariano Rajoy haga campaña por su cuenta, solo coincidiendo hasta ahora con Alberto Núñez Feijóo, en el mitin de la plaza de toros de Pontevedra. No es una novedad. Ya pasó en 2009, cuando se repartieron el terreno para trabajarlo a fuerza de mítines, selfies y saludos a los electores, y así recuperar la Xunta, tras cuatro años de bipartito. Al PPdeG le viene bien el antecedente de hace siete años. Es el argumento perfecto para espantar a los mal pensados. Aún así, el PP gallego prefiere a los dirigentes de Madrid lejos de Feijóo. Dolores de Cospedal estuvo por aquí y no se la vio con el candidato. En el PPdeG entienden que el tirón el 25-S depende de Feijóo, no de la marca popular, que tira a la baja, y así la esconden en los carteles. Para encontrarla no hay que ponerse las gafas, hay que utilizar una lupa, seas o no miope. El cabeza de cartel solo ha hecho hasta el momento una excepción con su amigo el presidente de Castilla-La Mancha, Juan Vicente Herrera, el que le soltó a Rajoy, tras el varapalo de las municipales de mayo de 2015, que se mirara al espejo y diera paso a la renovación, cuasi alentando sin éxito una rebelión interna para que no fuese cabeza de cartel en las generales. Feijóo se lo llevó a dos mítines el viernes en Xinzo y Verín. Por la mañana, pero tempranito, también compartió mesa en Santiago en una charla sobre demografía con Esteban González-Pons. Feijóo no quiere arriesgarse en una campaña, en la que se juega la tercera mayoría absoluta, y de ahí la celeridad con que se rebeló contra el nombramiento del exministro Juan Manuel Soria para el FMI. En Madrid no anduvieron finos al valorar el riesgo que supone para el PPdeG afrontar una campaña con la polémica de Soria día sí y día también en el telediario. Feijóo no se cortó y fue el primer barón que alzó la voz en contra. Había que establecer un cortafuegos y lo hizo. Quizás no le costó demasiado. Soria es el ministro que cortó las alas a la eólica gallega y no podía ser el exministro que se cargara ahora también sus opciones de una tercera mayoría absoluta. El escándalo Rita Barberá también quema, pero menos. Ha dejado el PP, aunque no renuncia al escaño, y hay dirigentes a los que les cuesta cuestionar a la exalcaldesa de Valencia.

| Campaña españolizada. Mientras Feijóo y Rajoy hacen campaña en paralelo, Pedro Sánchez no se despega de Leiceaga, con el agravante de que españoliza la campaña y desvía el foco de atención del candidato gallego. Sánchez necesita como agua de mayo que Leiceaga se mantenga como líder de la oposición y apuntarse un tanto. Lo tiene difícil. Y a todo esto, ¿por qué viene el secretario general y no se dejan ver por Galicia otros barones del PSOE como Susana Díaz, Vara o Puig?

| El no debate. El no debate que celebró el lunes TVG con los cinco cabezas de cartel logró que uno de los notemas del nodebate fuese el que capitalizase la atención de los días venideros. Los partidos de la oposición se habían negado abordar los pactos postelectorales en el careo, pero Feijóo, que no brilló pero resistió el ataque en banda de la oposición, logró introducir la cuestión, y a partir de ahí el interés giró en torno a ello. PSdeG, En Marea y BNG reconocen ya, ¡como si no lo supiéramos antes!, que si el PPdeG pierde la mayoría socialista pactarán un Gobierno de cambio, y prometen que no habrá tensiones ni líos entre los socios. Ahí es donde quería llegar Feijóo, para espantar el voto de la alternativa con el miedo a la inestabilidad. La incógnita que no despejaron es quién estaría al frente del timón de la Xunta: Xoaquín Fernández Leiceaga o Luís Villares, por mucho que les insistió Feijóo estos días. ¿Por qué? Porque eso lo decidirían los gallegos el 25-S. El no debate, que falló por un marco muy encorsetado, concitó ante la televisor a menos de la mitad de la audiencia que el cara a cara de hace cuatro años de Feijóo y Pachi Vázquez, algo más de 151.000 espectadores. En el programa, destacó la cabeza de cartel del BNG, Ana Pontón, que precisamente necesitaba sacar la cabeza. Lo hizo bien, tanto que al día siguiente Xosé Manuel Beiras le pegó un rejonazo, al asegurar que va de candidata por A Coruña y no por Lugo porque sabe que no conseguiría el escaño. Contraponía a Pontón con Villares, quien precisamente no cumplió las expectativas en su estreno televisivo, porque el segundo será cabeza de cartel por una provincia del interior. Pero luego en una entrevista en FARO revelaba ayer que la decisión del cabeza de cartel de En Marea fue estratégica y no solo sentimental, por ser él de Lugo. Hubiese ido por A Coruña, si hubiese hecho falta para que Podemos no tuviese dos cabezas de cartel, la de Pontevedra y la de A Coruña. ¿Son estos los potenciales socios de un tripartito sin tensiones?

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