Así pues, pasado el ecuador de la campaña electoral gallega, y a pesar de la dificultad que de suyo supone resumir lo que por definición debiera ser plural y en extremo variado, esta vez se simplifica, y podría hacerse de forma semejante a la del primer día: todos contra Feijóo. Eso sí; con matices, porque unos priorizaron el insulto personal y otros la descalificación política, aunque tampoco ahorran epítetos contra el presidente en funciones.

Mientras, el candidato a la reelección y "su" PP emplearon una táctica contraria. Conscientes de que su mejor valor electoral es el presidente Feijóo, y el peor un contagio posible de las siglas por los escándalos -más o menos inducidos- que sacuden su estructura, escogieron utilizar al máximo la figura del primero y visualizar lo menos posible las segundas. Y parece que les va bien si se juzga por las encuestas: todas menos una, hasta ahora, le dan la mayoría absoluta. Ya se verá.

Esa impresión momentánea -que las encuestas no son otra cosa- puede deberse al desconcierto que incluso entre los sectores más desfavorecidos produce precisamente la variedad de ofertas en la izquierda y la apariencia de que lo que las une es sólo liquidar al PP. Algo que sus estrategas han debido captar porque intensifican el doble mensaje de que un gobierno alternativo es seguro, y que no habrá aquí lo que hay en las Cortes.

Es posible también -aunque sólo en términos teóricos- que una parte de los más directamente afectados por la crisis rechacen los mensajes que envían "contra la exclusión y la miseria" quienes no las han vivido nunca. Un factor psicológico imposible de concretar porque cuando se pregunta sobre él casi nadie responde pero que explicaría también el alto número de indecisos.

Sea como fuere, son pocos los observadores que, cada uno desde su propia posición, creen que una estrategia unificada es mejor -siempre que sea acertada, que diría Pero Grullo- que una plural y algunas veces opuesta u hostil -y ahí están los ataques de Beiras desde En Marea contra Ana Pontón, Portavoz y candidata del Bloque-, que sus autores empiezan a rectificar ahora.

En todo caso, la iniciativa estratégica sigue llevándola el señor Feijóo. Y acaba de demostrarlo en el asunto de un posible segundo debate. Tras aceptar el primero "a cinco" -un disparate con audiencia inferior a la mitad de la anterior campaña-, ahora responde a la oposición diciendo que sí, siempre que sea un "cara a cara". Y es inteligente: si lo que une a sus rivales es sobre todo echarlo a él, que escojan entre los cuatro uno que los represente a todos. Y la pregunta oportuna sería ¿por qué no?

¿Eh...?