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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Tres elecciones más y habrá gobierno

Sostienen nuevas encuestas que el partido conservador de Mariano Rajoy volverá a subir dos puntos y algunos escaños en caso de que se repitan por tercera vez las elecciones. Problema resuelto, por tanto. Basta con repetir en tres o cuatro ocasiones más la votación para que el PP alcance ese cuarenta y pico por ciento de votos que por lo general proporcionan una mayoría suficiente.

No hay que fiarse mucho de esta clase de pronósticos, pero sí de la tendencia que marcan: y esa no puede estar más clara en el caso que nos ocupa. Los conservadores obtuvieron un 28,7 por ciento del voto en diciembre de 2015; ganaron cinco puntos más en las de junio de este año y a estas alturas de septiembre ya se les anuncia un aumento de otros dos para una eventual nueva consulta en Navidad.

De continuar la progresión que predicen los sondeos y certifican las anteriores votaciones, el partido de Rajoy rebasaría a finales del próximo 2017 el porcentaje de votos necesario para gobernar.

Ciertamente, la fórmula de repetir elecciones hasta que por fin salga una mayoría de las urnas puede resultar enojosa para los más impacientes. De dos en dos puntos de subida (si se mantuviese la tendencia) tardaríamos entre año y medio y dos años en contar con un gobierno funcionando a tope; pero eso también tiene sus ventajas.

En primer lugar, España batiría el récord de Bélgica, país apenas existente que estuvo durante veinte meses sin gobierno y tampoco le fue tan mal. Al contrario. Obligados a gastar solo lo justo y sin margen alguno para idear ocurrencias, los gobernantes interinos de Bruselas no pudieron hacer los ajustes que les exigía Merkel y, de este modo, se ahorraron algunos de los más duros efectos de la crisis.

Es lógico. Como ya se ha recordado en anteriores ocasiones, un Consejo de Ministros interino no puede cambiar la reglamentación laboral, ni promulgar leyes que alarguen la edad de jubilación, ni subir los impuestos: por citar solo algunas de las desagradables tareas que a menudo se empeña en acometer.

Quizá intuyendo esos beneficios, los votantes españoles no paran de dibujar resultados imposibles de gestionar por sus cuatro principales partidos cada vez que son llamados a las urnas. Se diría que quieren alargar todo lo posible el feliz limbo de gobierno en el que viven desde las pasadas navidades, actitud que tampoco parece desagradar en exceso a Mariano Rajoy, que va camino de convertirse en el presidente en funciones más interino de la Historia.

Sorprende ya algo más la insistencia -rayana en la obstinación- del socialdemócrata Pedro Sánchez, empeñado en negar a Rajoy la opción de que gobierne en minoría con casi todos los demás partidos en la oposición. Eso convertiría al presidente en un émulo del mártir San Lorenzo, al que sus torturadores asaron, vuelta y vuelta, en una parrilla. Obligado a pactar con sus adversarios cada ley que se le ocurriese, empezando por los Presupuestos Generales, es de suponer que Rajoy acabaría tan churrascado como el pobre santo.

En lugar de eso, Sánchez parece preferir que se repitan una y otra vez las elecciones hasta que la progresiva deserción de los votantes y la fidelidad de los suyos al PP le den de nuevo el gobierno a Rajoy. Ya lo decía Mao Tse Tung: vamos de derrota en derrota hasta la victoria final. Pero él no se refería a la del enemigo, claro está.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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