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LA MIRADA

El debate se hizo esperar... mucho

El paro y la corrupción tensan el primer debate televisado de todos los candidatos contra Núñez Feijóo

El debate del 14 de junio de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera había puesto el listón muy alto y no se superó. Los gallegos asistimos entonces a un debate intenso, a un duelo dialéctico de alto voltaje, pero el de ayer era tan encorsetado que a los espectadores aguantar más dos horas y media ante el sillón sin cambiar de canal les debió de resultar difícil. La responsabilidad del pseudodebate de ayer, que quedó reducido a cinco candidatos recitando por orden y con más o menos acierto la lección que llevan aprendida de casa, excepto algún fogonazo verbal, es de los partidos, que pactaron un formato aburrido, con el que pensaron que sus líderes arriesgaban poco. Solo al final, cuando los cabezas de cartel, habían superado la fase de calentamiento, y el programa estaba a punto de concluir, justo en el apartado de corrupción, el debate se animó y los candidatos parecían tener sangre en las venas. Hasta debatieron. La pena es que ya habían pasado casi dos horas de programa y la corrupción no está considerada un problema capital por los gallegos. Fue un debate sin ganadores.

El candidato del PPdeG era el que lo tenía más difícil. Era el debate de todos contra Feijóo y se cumplieron los pronósticos. Las fuerzas de la oposición apenas se rozaron entre ellas, solo Ciudadanos marcó distancias con los partidos de la izquierda, pero sin grandes alharacas. Feijóo era una sola voz contra cuatro, cuatro candidatos machacando con que Galicia está peor que hace cuatro años, con más parados, más emigrantes, más dependientes sin ayuda ... Colocar así su mensaje le resultó complicado. Pasó mucho tiempo defendiéndose y sorprendió que tardara tanto en ir al ataque, lo que se le suele dar bien, pero que muy bien, en los plenos del Parlamento. Llamó la atención que tardara tanto en incidir en el leitmotiv de su campaña, "la inestabilidad" de un hipotético gobierno de PSdeG, En Marea y Podemos, o que no fuese a buscar las contradicciones entre los potenciales aliados del gobierno alternativo, que alguna tienen.

PSdeG y En Marea se rehuyeron y pese a la presión de Feijóo evitaron presentarse como socios de un posible Gobierno de cambio. Al candidato socialista, Xoaquín Fernández Leiceaga, le vino bien que Feijóo quisiera polarizar el debate con él. Eso, y que Luís Villares, el candidato de En Marea, flaqueó permitieron a Leiceaga lucirse como alternativa al PPdeG. Su mejor intervención fue cuando expuso sus propuestas económicas, como profesor de Economía que es. Adoptó un tono didáctico y académico para cuestionar la gestión de Feijóo y presentar su alternativa.

Socialistas y En Marea se disputan ser la segunda fuerza el 25-S. Leiceaga necesitaba salir del debate como el líder de la oposición, y lo logró porque no lo hizo mal, pero sobre todo porque Luís Villares no despuntó. Uno de los principales hándicaps de En Marea es que su canditado es desconocido. Lo lanzaron demasiado tarde. Hace apenas un mes. Luis Villares llevaba un discurso muy bien escrito, lo leyó con cadencia poética, quizás un poco apurado de más, pero abusó de leer los papeles. Villares es juez, no político, así que cometió errores de novato: se pasó el debate mirando a Feijóo, pero no a la cámara. Así que la mayoría del tiempo veíamos su perfil. No interpelaba directamente al votante. Tardó en encontrar el tono, se le notaba nervioso y cuando empezó soltarse, el debate ya había terminado.

La candidata del BNG, Ana Pontón, demostró que sus doce años de experiencia parlamentaria no han sido en balde. También se percibió la cultura asamblearia que se mama en la formación frentista. Estaba al quite. Fue la mejor. Necesitaba ganar protagonismo porque sabía que Feijóo iba a centrar sus ataques en PSdeG y En Marea, así que descolocó a todos, cuando ya en el minuto uno del debate trajo a colación la foto de Feijóo con Marcial Dorado. Recordó a Albert Rivera cuando le sacó a Rajoy la portada de El Mundo con los SMS a Bárcenas.

Cristina Losada, que se pasó al castellano en cuanto terminó su presentación, no fue aliada de Feijóo. Ciudadanos quiere entrar en el Parlamento para "controlar" a un PPdeG en minoría, y para ello necesita socavar su mayoría absoluta. Lo intentó, pero sin romper puentes.

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