Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las formas

Una de las preguntas más comunes de cuantas se formulaban, en privado o no, bastantes gallegos/as era de la de cuánto tiempo tardaría alguno de los políticos en campaña en imputar algún tipo de responsabilidad a los gobiernos acerca del accidente ferroviario de O Porriño. Que ha provocado cuatro muertos y numerosos heridos y ha reavivado el recuerdo de la catástrofe de Angrois, que sigue siendo una herida para toda Galicia.

Y, una vez más, la respuesta surgió rápida y con origen habitual: el profesor Beiras, que por desgracia para muchos que le han respetado siempre -uno de ellos quien esto escribe-, ha pasado de ser referente de realismo institucional a esperpento. Ha acusado a la Xunta de "delincuente" por haber atendido a heridos de Porriño en hospitales de campaña ubicados de urgencia en los andenes de la estación.

Esas formas miserables -y es una opinión personal- de reaccionar contrastan -especialmente ayer, 11/S- con las de otros países, denostados por la izquierda, que ante una tragedia forman piña para ayudar y dejan para luego las críticas, si hay motivo. Aquí es todo lo contrario: se usa la conmoción, con ánimo de buscar votos y se insiste en modos reiterados que como mucho son verdades a medias. Por ejemplo la sistemática acusación de que se privatiza la sanidad pública incluso con resultado de muertes. Es falso, pero ya se sabe que una mentira repetida mil veces acaba pareciendo verdad. Eso lo hacía Goebbels a menudo.

Así las cosas, parece hora de insistir en que la libertad no consiste ni puede consistir en la impunidad para insular o caer en la procacidad, y para repetir que el sectarismo y la demagogia no son democracia. Item más: la izquierda, en general, lleva años -aquí con pésimo resultado- creando confusión entre lo que es externalización de servicios no sanitarios o conciertos de los que sí lo son- y la liquidación del sistema público.

(Ese sistema, que tiene defectos -y algunos graves- pero que ha padecido la crisis como todos aquellos que necesitan ingentes recursos, cada vez mayores a medida que crece la necesidad de asistencia y el número de beneficiarios, ha sobrevivido, aunque tuvo que readaptarse. Es opinable la gestión, pero en ninguna parte, con otros gobiernos, se hizo mejor. Eso es medible.)

Todo ello queda dicho porque es perfectamente compatible con la obligada investigación de lo ocurrido, que ya está en marcha. Pero utilizar otra vez a los muertos no demuestra otra cosa que la forma repugnante con que algunos ejercen la política. Entendida con minúscula, por supuesto.

¿No...?

Compartir el artículo

stats