Estaba claro que el arreglo de la calle Concejo daría mucho que hablar y también para polemizar. Se hizo esperar su arreglo, con riesgo incluido de demora por incumplir plazos, con reproches mutuos entre los gobernantes salientes y los entrantes. Pero la verdad no conoce atajos y la espera se hizo larga y tortuosa, sobre todo para los usuarios de un vial en pleno centro de la ciudad. Pero después de seis meses de obras, para ejecutar un proyecto que lleva el sello de la "humanización", que tiene como señas de identidad prioridad al peatón frente a los vehículos, su apertura se convirtió en foco de controversia por los aparcamientos en batería. Un espacio justo que generó problemas, sobre todo para los autobuses, aunque la idea era erradicar uno de los males endémicos que tiene la ciudad: la doble flia. Y no hubo otra que cambiar el paso y volver a las plazas en línea, con el riesgo que eso supone. Y antecedentes existen. En medio de todo el barullo surge peatonalizarla. Un argumento más para el debate.