Galicia no es capaz de atraer inversiones extranjeras. En los últimos veinticinco años, apenas el 1% de todo lo que llegó a España vino a Galicia. Debería preocuparnos. Porque los flujos de inversión recibida son, al mismo tiempo, un indicador de atractivo e interés de un territorio y fuente potencial de grandes beneficios para la economía regional.

En su faceta de indicador, urge conocer por qué no somos lo suficientemente atractivos. No es un trabajo difícil: hay que hablar con empresarios, con algunos asesores de empresas que trabajan en el sector, y armar un diagnóstico comparado de competitividad. Lo que sí es importante es que el informe final se divulgue ampliamente y sin paños calientes. Sin saber dónde estamos y por qué, no va a ser posible cambiar la realidad.

En cuanto a los grandes beneficios potenciales, solo hay que pensar en Citroën. Obviamente, no todas las posibles inversiones extranjeras tienen el mismo afecto. El "know-how" que incorporan, el efecto arrastre, las interconexiones con otros sectores? Y no es igual una inversión que supone la compra de una empresa gallega ya existente, que la instalación de una nueva empresa. Por eso, en la estrategia a definir a partir del estudio de diagnóstico hay que priorizar líneas de inversión y, desde luego, aprovechar ese enorme activo que es la red de gallegos en el exterior. Pero hay que hacerlo con menos folclore y más rigor y eficacia, cuidándose de los meros "buscadores de rentas".

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP