Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De vuelta y media

Los festivales de la prudencia

Pontevedra lideró a mediados de los años 50 una exitosa campaña infantil para divulgar el Código de la Circulación

Los festivales de la prudencia actuaron como piedra angular de una insólita campaña para mejorar la seguridad y reducir la accidentabilidad en las carreteras pontevedresas a mediados de los años 50. Todo un reto harto complicado, que salió bien.

Cuando Pontevedra estaba a punto de alcanzar los 1.000 accidentados anuales, una cifra escandalosa en aquel tiempo de tráfico aún limitado, un gobernador civil recién llegado dio un golpe de autoridad y puso manos a la obra para acabar con aquella "anarquía". Rafael Fernández Martínez actuó con guante de seda y puño de hierro, al tiempo que unió su suerte política al cumplimiento de tan grande desafío.

Al amparo del Consejo Provincial del Movimiento, guardián de las esencias del régimen franquista, creó un Patronato de la Prudencia como órgano rector de todas las actividades, tanto de circulación como de prudencia y prevención, al que dotó de generosos fondos por distintas vías, tanto oficiales como privadas.

Empezando por la Diputación y el Ayuntamiento de Pontevedra, y acabando por las empresas de transportes, el comercio y la industria, el Patronato de la Prudencia sumó muchos e importantes apoyos. A su frente, el gobernador civil nombró a José Hermida Vidal, concejal de tráfico y propietario de Radio Pontevedra, el medio de comunicación más poderoso en la única capital española que carecía de periódico local.

Los niños se convirtieron en sus destinatarios más agradecidos, tanto por su facilidad de aprendizaje como por su capacidad de influencia ante toda la familia, a la hora de transmitir las medidas y los consejos de la campaña de la prudencia. Enseñar divirtiendo: ese fue el camino y también el secreto de su gran acogida.

Desde el lanzamiento de todas sus actividades en agosto de 1956, el guardia Prudencio se convirtió en su personaje de referencia para niños y mayores; un personaje de cartón en anuncios, folletos y carteles, al que insufló vida propia el ocurrente publicista Gonzalo Soto Fernández, todavía hoy presente en la memoria viva de esta ciudad.

Para el público infantil, el momento más esperado de aquellos festivales era, sin duda, cuando el guardia Prudencio micrófono en mano procedía a comprobar su nivel de conocimiento del Código de la Circulación. Todos los chavales se volvían locos por subir al escenario o salir al circuito y someterse al examen correspondiente. Al prurito de acertar con sus respuestas ante amigos y familiares, se unía el incentivo de los premios para los más listos o habilidosos, según los casos.

La campaña de la prudencia previó la celebración de los festivales infantiles todos los sábados por la tarde en la plaza de la Herrería. En caso de lluvia, el festival se trasladaba al Teatro Malvar el domingo por la mañana. Ese fue el plan inicial, pero enseguida hubo que variarlo.

El sábado 1 de septiembre de aquel año 1956 tuvo lugar el primer festival de la prudencia en la Herrería. Pese a tratarse del inicio de la campaña, la afluencia de público superó las mejores expectativas: la plaza estaba abarrotada y el gentío llegaba hasta los aledaños de la Peregrina. Acaban de cumplirse sesenta años de aquel memorable estreno.

Junto al guardia Prudencio como artista estelar, compartieron cartel la orquesta Saratoga, el humorista Currito y el teatro guiñol del Frente de Juventudes. Además, Manuel Cidrón escribió para la ocasión una inspirada poesía titulada "Romance de la niñez precavida".

Visto lo visto se convino que la Plaza de Toros resultaba un lugar más apropiado que la Herrería. A su favor estaba una mayor capacidad combinada con una mejor visibilidad .Este cambio de emplazamiento a tiempo fue muy acertado y reforzó su poder de atracción.

El segundo festival celebrado el domingo 9 del mismo mes constituyó un éxito todavía mayor. Testigos de excepción, el ministro de Obras Públicas, conde de Vallellano y el arzobispo de Santiago, Quiroga Palacios, quienes se deshicieron en elogios hacia la iniciativa tomada por el gobernador civil. Fernández Martínez no cabía en sí de gozo; su carrera política estaba lanzada.

A partir de entonces, la campaña de la prudencia continuó adelante, de éxito en éxito, festival tras festival. Su momento culminante llegó dos años después.

El domingo 24 de agosto de 1958, a modo de broche de oro de las fiestas de la Peregrina, se celebró por primera vez el Día de la Prudencia. A fin de promocionar el evento de la forma más llamativa, una avioneta pilotada por Paz Andrade, uno de los moteros más avezados de esta ciudad, sobrevoló la jornada anterior el cielo pontevedrés y lanzó octavillas alusivas.

El Día de la Prudencia empezó a primera hora de la mañana con la llegada a la plaza de la Peregrina de una larga caravana del Vespa Club de Vigo. Tras su recibimiento oficial, en unión de sus colegas del Moto Club de Pontevedra, realizaron una cuestación motorizada. Al menos medio centenar de gentiles señoritas ofrecieron banderines y "prudencios" a los automovilistas, con el objetivo de recaudar fondos para el Patronato de la Prudencia.

La Plaza de Toros acogió a partir de las doce del mediodía un festival de festivales; probablemente el festival de la prudencia más destacado de cuantos se celebraron antes y después, como siempre con sorteos y regalos entre un público volcado. Aquel festival contó con las actuaciones de la orquesta Montes, Leopoldo Centeno, Conchita Costas, Cantarelli con el maestro Estévez y el trío Ecos de la Plata. Y como fin de fiesta, la celebradísima participación de los grandes cómicos Manolo Morán y Gila, junto a nuestro guardia Prudencio.

Manolo Morán recibió el "Prudencio de plata" en reconocimiento a su colaboración permanente con esta campaña, en tanto que Gila, el Vespa Club y el Moto Club recogieron unos diplomas de honor. Manolo Morán venía de protagonizar la película "Manolo, guardia urbano", interpretando a un guardia de tráfico bonachón, que obtuvo un gran éxito.

La prensa de la época cifró en 15.000 personas la afluencia a aquel festival, una cifra seguramente exagerada. Pero el coso de San Roque estaba a reventar. Como no podía ser de otro modo, el gobernador civil Rafael Fernández Martínez presidió el acto, al frente de un numeroso elenco de autoridades civiles y militares.

Al año siguiente se repitió la experiencia, de nuevo con la actuación estelar de Manolo Morán. Y poco tiempo después la campaña murió de éxito con el cambio de década y su objetivo más que cumplido.

Compartir el artículo

stats