Hay calles verdaderamente endemoniadas en la historia de esta ciudad; rúas cuya ejecución y apertura costó Dios y ayuda. Algunas tardaron años y años en abrirse como Castelao, por ejemplo, pese a su ubicación en el centro urbano. Y otras nunca pudieron acometerse, pese a intentarlo no pocas veces, como la prolongación de García Camba, entre la Oliva y General Mola (hoy Gutiérrez Mellado).

Al equipo de gobierno del BNG acaba de caerle por mandato plenario de toda la corporación la encomienda de gestionar la apertura de la rúa da Feira, un tramo pequeño entre Lepanto y Barcelos, que hoy solo es un callejón cegado. Este proyecto de calle ha permanecido congelado desde tiempo inmemorial a pesar de su escasa longitud, o quizá por ese motivo precisamente ninguna corporación se ha tomado en serio darle vida propia.

Ni antes ni tampoco ahora la rúa da Feira iba o va a ocupar un lugar destacado en el callejero pontevedrés. Eso no es lo que ha motivado la iniciativa planteada al respecto por Luís Rey y Marea Pontevedra. Lo que ha espoleado tal propuesta no es otra cosa que acabar con una verdadera aberración urbanística y tirar ese muro de la vergüenza que impide una conexión natural entre Barcelos y Lepanto.

El concejal de la cosa, Luís Bará, se ha apresurado a decir que la propuesta de Marea Pontevedra no resulta fácil de ejecutar. ¡Vaya novedad! Pero al flamante candidato del BNG a las elecciones gallegas no le pagan los pontevedreses por acometer cosas facilitas, de su gusto personal, sino por hacer lo que hay que hacer, sea sencillo o complejo. En cuanto está de por medio una expropiación, al BNG le entra dolor de cabeza.

En proyectos bastante más complejos, de ejecución mucho más complicada, ha estado envuelto el equipo de gobierno de Lores. Si no se intenta, la rúa da Feira no se abrirá sola y, naturalmente, el Ayuntamiento tendrá que apechugar con su coste en solitario. La implicación de la Xunta que propone Marea Pontevedra a efectos pecuniarios, no resulta lógica ni realista.

El meollo de la cuestión está en adivinar si el alcalde Lores y su equipo de gobierno va a tomarse en serio este acuerdo plenario, que no lleva su sello propio, y logrará la apertura de la rúa da Feria antes de que concluya su actual mandato.