A partir de la idea de que gran parte de las cosas que dicen en campaña algunos candidatos no hay que tomarlas muy en serio -algo de eso afirmó Tierno Galván en su día-, es conveniente matizar. Y además, insistir en que hay frases y frases, y su alcance no depende sólo de la literalidad, sino del momento en que se pronuncian, la intención del orador y cómo las interpreten aquellos a los que van dirigidas.
Un ejemplo válido de cómo en campaña se puede perder el oremus acaba de escenificarlo el candidato de En Marea, que arengó al público asistente para expulsar del poder "a la Xunta y a Feijóo" incluso "por la brava". No entró en detalles, lo que dejó en el aire un par de significados cada cual más peliagudo, pero una organización -Podemos- cuyo cerebro principal, o de los más significados, ya habló de "asaltar los cielos", puede sugerir cualquier tipo de acción. También las temerarias.
Lo de Ourense, además de eso, confirmó que el meollo del mensaje del candidato confluyente será el mismo en todas partes. Es decir, que el objetivo es acabar con los siete años de "miseria política y social" del PPdeG personificados en el presidente. Mensaje que tiene más de opinable que de medible, porque con las cifras en la mano se demuestra que la Xunta tiene hoy a Galicia mejor que cuando llegó, en el albor de la crisis.
Pocos pueden discutir, es cierto, que en este antiguo Reino existen aún bolsas de pobreza, ni tampoco negar que con otro gobierno eso podría no haber ocurrido. Pero es muy improbable si se tienen en cuenta las circunstancias de lo gestionado en el último septenio en que ha gobernado el PPdeG estas tierras. Y ni siquiera en campaña se pueden discutir las evidencias, a fuer de honrados, ni descalificar a quien las señala.
En cuanto a lo de la "miseria", hay cada vez más gente en este país -urnas dixerunt- harta de que muchos de los que la denuncian no la hayan vivido jamás, proceden de la burguesía acomodada -cuando no más arriba- y sólo se han acercado a ella como las antiguos miembros de la vieja aristocracia que tenían "sus pobres", a los que daban de comer en la cocina, los exhibían de vez en cuando y los usaban para tranquilizar sus conciencias.
Dicho todo ello es preciso insistir en la solicitud de que el señor candidato Villares explique despacio qué quiere decir cuando defiende el desalojo "por la brava" del actual gobierno. O sea, si tiene en la cabeza algo parecido a la toma del Palacio de Invierno en San Petersburgo o en usar un caballo como el general Pavía para entrar en el Parlamento. Y es que sabe bien que hay palabras que no se las lleva el viento.
¿Verdad...?
