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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El órdago

Así que, pasado ya un tiempo suficiente para saber si el tándem que forman la presidenta de la Diputación de Pontevedra y el alcalde de Vigo iba a pasar de las palabras a los hechos, tienen ya una respuesta: don Abel ha sugerido que con él no cuenten. Se supone que para la campaña electoral, y a un mes del 25-S, esa afirmación ya es bastante: ir más lejos supondría una ruptura del partido, y a eso no puede jugar. Por eso probablemente él y sus afines juegan la baza, que saben perdida de antemano, del recurso ante la dirección.

Ocurre que la acción podría interpretarse no sólo como un acto crítico, que lo es, sino también como una salida para que "Madrid" no lleve hasta el final lo que el alcalde vigués entiende como agravio a la ciudad. Una aceptación siquiera parcial del recurso permitiría una especie de empate que a veces, en política y en otras cosas, significa que no hay vencedor, pero tampoco perdedor.

Algunos observadores, sobre todo los alineados con Leiceaga y sus coros, podrían utilizar el órdago de Caballero como una especie de ataque a las posibilidades electorales de los socialistas. Y quizá haya algo de verdad en ello, pero sin duda más acierto habría en los que repliquen que el daño final lo hace quien comienza el conflicto y, en definitiva, que le es enteramente aplicable al candidato aquello de que "el que es causa de la causa es causa del mal causado".

En términos tácticos, pues, el órdago -que, conviene recordarlo, es de una provincia, y no sólo de un hombre ni de una ciudad, la que protesta-, no puede entenderse como una rebelión. Estratégicamente, quizá le proporcione una coartada a un aspirante que, como el del PSOE, está "grogui" antes de empezar el combate, porque podría acusar al alcalde del previsible desastre. Ya se verá.

En todo caso, y como los hechos son tercos, sería difícil que los votantes del PSOE, sobre todo en la demarcación de Pontevedra, lo creyesen. Y mucho menos en la calle Ferraz, que a la vista de los hechos sabe que se ha equivocado, aunque los mensajes que le lleguen de la gestora gallega sean otros. Ocurre que su margen de rectificación es pequeño -aunque Caballero, con el recurso, le dejó alguno, como queda dicho- porque Pedro Sánchez parece decidido a que no lo entierren solo y ha dado la consigna de no rectificar a ningún precio.

Lo que sea sonará, pero sea cual fuere el final, sobre todo si es el que anuncian las encuestas, la actitud oficial del PSOE es dañina para Galicia porque puede suponer que signifique la entrega de la alternativa al PPdeG a un proyecto respetable pero poco homologable con el entorno. Y eso tampoco significa progreso.

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