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El misterio de su belleza está en el sombrero

¿Qué es lo que hace que La Peregrina parezca unos días más bonita que otros? ¿Por qué la virgen está a veces más favorecida y resulta más bella a simple vista? ¿A qué obedece esa luz tan especial que irradia en algunas ocasiones?. ¿Es realidad o es sugestión tan singular impresión?

Marucha Marescot sonríe cada vez que oye estos interrogantes, porque conoce bien las respuestas. Cientos de veces ha escuchado la misma pregunta formulada de maneras muy diferentes. Incluso atesora una experiencia muy personal al respecto, que accedió a revelar con emoción contenida pese a su inquebrantable discreción.

Tal día como hoy, pero hace ya unos cuantos años, su padre no acababa de despedirse de la virgen al anochecer, después de recogerse la procesión. Don Patricio no salía del templo, pese a las apremiantes llamadas de su mujer desde el exterior.

"Está tan bonita, tan bonita", repetía sin cesar mientras la miraba embelesado, según recuerda muy bien Marucha.

Aquel episodio del brillo especial que irradiaba La Peregrina fue como una trágica premonición de que nunca más volvería a verla. Patricio Marescot Iglesias murió pocas horas después tras sufrir un infarto fulminante de su maltrecho corazón.

El misterio no radica en el traje, ni en su color; tampoco en la luz o en la perspectiva. "La clave está en el sombrero", afirma Marucha con rotundidad. Ella ha tenido más tiempo que nadie para descifrar un misterio que no es tal y asegura que esa apreciación resulta atinada.

"Hay un sobrero -explica- que le sienta mejor que otro; parece más favorecida. Yo diría que cambia la cara de la virgen por completo".

Ahora bien, la camarera de La Peregrina no tiene ninguna preferencia especial por un sombrero en particular, ni tampoco por un traje. Su devoción es tan grande, su cariño es tan inmenso y su relación es tan cercana, que le resulta imposible una elección determinada. Ella siempre la ve bien, aunque reconoce que no igual.

Conocido el secreto de la belleza de la virgen, habitualmente Marucha no pierde mucho tiempo en elegir su vestimenta dentro de un ajuar no muy extenso, según su criterio particular. Actualmente dispone de tres conjuntos relativamente nuevos, que sufragó un donante anónimo hace pocos años. El último conjunto en tono entre rosa y fucsia lo estrenó el día de La Peregrina de 2012. Hoy está de reestreno, cuatro años después.

El ajuar que se guarda en el coro de la capilla reúne bastantes prendas antiguas, algunas de casi dos siglos de antigüedad, que ella combina a su gusto. También está el traje que se hizo con el capote donado por el torero Julián Martín tras su grave cogida de 1948 en el coso de San Roque y, por supuesto, se custodia igualmente el conjunto pagado por Ángel Teruel, en azul perlado y bordado en oro.

La Peregrina se deja vestir fácilmente. Su camarera no tarda más de veinte minutos, ni siquiera el día grande. Ahora bien, siempre a puerta cerrada a cal y canto. Hoy también; no hay excepción. Ese sí que es un secreto vedado a mirones y curiosos, que Marucha Marescot no está dispuesta a romper por nada del mundo.

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