Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De vuelta y media

La camarera de La Peregrina

Marucha Marescot comenzó a limpiar la capilla para ayudar a Victoria Garza y luego reemplazó a Maruja Sainz y Aurora Vázquez en la tarea de vestir a la virgen

Marucha Marescot acaba de cumplir 88 años muy bien llevados y va camino del medio siglo como camarera de La Peregrina, una labor que desempeña a diario con mucho gusto, devoción admirable y escaso protagonismo.

Sin duda ninguna, Marucha es la viva imagen de la discreción personificada. Siempre en un segundo plano o mejor volatilizada si fuera posible. Por ese motivo, el otro día no se dejó fotografiar junto al recuperado manto azul que atesora un siglo y medio a sus espaldas, y que la virgen lucirá de nuevo hoy durante la celebración de su festividad, procesión incluida.

En contra de lo que podría suponerse por su reconocido apellido, cuya procedencia ignora por completo, Marucha no accedió a tan alto honor por tradición familiar. Si acaso sólo por proximidad.

La familia Marescot estuvo históricamente más ligada a Santa María que a La Peregrina, como vecinos que fueron de la Rúa Alta primero y después de general Martitegui. Su abuelo, Pedro Marescot Malvido, casado con Ramona Iglesias Mouriño, ejerció como sacristán de Santa María. Allí se bautizaron sus tres hijos, Enrique, Patricio y Antero; allí fueron al catecismo, y allí celebraron sus bodas de oro el matrimonio Marescot-Iglesias. Marucha es hija de Patricio.

La relación familiar con La Peregrina surgió más tarde y se estrechó con la elección de su tío Enrique Marescot Iglesias como presidente de la cofradía, identificación fortalecida luego por la sucesión en el cargo de su hermano Antero. Entonces prendió el arraigo familiar, aunque sin renegar de Santa María, naturalmente; un arraigo que ahora empieza a marchitarse. Marucha reconoce con pena esa circunstancia.

El camino hacia la santidad de Marucha empezó un buen día cuando iba para su casa y se topó con Victoria Garza en labores de limpieza, arreglo y ornato de la capilla de las Ánimas, detrás del teatro Principal. Doña Victoria realizaba dicha tarea por encargo de don Lino García, arcipreste del Morrazo. Marucha se ofreció a ayudarla de forma espontánea y Victoria aceptó encantada. Su destino ya estaba escrito.

El salto de la capilla de las Ánimas a la iglesia de La Peregrina también surgió de manera natural. La tarea prioritaria de Victoria Garza (de los Garza de toda la vida en Pontevedra, con comercio legendario al principio de la calle Real, donde hoy está el Borona) estaba centrada en La Peregrina. Ella cuidaba el templo de acogida de la virgen tallada por Luís Vermell y Busquets, y con ella comenzó a llevarse a Marucha Marescot. En cierta ocasión, Victoria se puso enferma y Marucha no tuvo otro remedio que asumir su sustitución con la mejor intención. Y de buen grado ocupó su lugar tras el fallecimiento de Victoria.

Con el visto bueno del prelado de La Peregrina, don Lino García, comenzó Marucha Marescot luego a encargarse de todo: limpiar, barrer, arreglar?.Hacía de todo al principio, menos vestir a la virgen y ejercer como camarera. Esa labor tan especial corría a cargo de otras pontevedresas bien conocidas: Maruja Sainz y Aurora Vázquez, dos PTVs con pedigrí.

Un pequeño desencuentro de esos que surgen de vez en cuando en el seno de la peculiar cofradía, que más vale no airear por pudor, sino cubrir con un tupido velo por indulgencia, dejó a La Peregrina compuesta y sin camarera. A la mismísima virgen también le ocurren estas cosas tan terrenales; pero bien sabía ella cómo solventar aquel contratiempo.

No tuvo que pensar mucho su tío Antero Marescot, entonces al frente de la cofradía, para saber que su sobrina era la persona más adecuada para desempeñar aquella tarea. Y Marucha no podía decir que no a tan alto honor. Así llegó a camarera de La Peregrina, más por relación de cercanía que por tradición o herencia familiar en tan honroso menester.

¿Cómo se viste a una virgen, particularmente a una virgen tan peculiar como La Peregrina? Eso fue lo primero que preguntó Marucha a Vicente, el celebrado sacristán de la capilla e inefable protagonista de mil anécdotas desternillantes y genuinamente pontevedresas. Y el bueno de Vicente introdujo a la camarera novata en todos los secretos de aquella imagen de vestir; es decir, cuerpo de maniquí sin formar y solo talla de cabeza, manos y pies.

"Vicente era muy peculiar y nada fácil de llevar. Pero yo siempre me entendí bien con él", recuerda con una sonrisa que trasmite su cariño.

Como a Marucha le gusta decir las cosas como son, no tiene reparo en confesar ahora que se encontró el ajuar de la virgen poco menos que manga por hombro. Todo el ropaje estaba bastante descuidado. De modo que enseguida puso a sus hermanas a trabajar y, poco a poco, lograron una renovación más que loable de todo el vestuario.

Desde el primer momento aprendió a arreglárselas por su cuenta y cada vez que la virgen ha necesitado algo, la camarera ha echado mano de algún que otro benefactor anónimo, cuyos nombres no revelará nunca sin su consentimiento expreso. Así cubre pequeñas necesidades y gastos menores sin tener que pedir dinero a la propia cofradía.

Entre las tareas incluidas o autoimpuestas por la camarera está la apertura de La Peregrina todas las mañanas muy tempranito. Pero luego reparte su agenda personal con las demás iglesias: va a misa de ocho a San Francisco los días de semana; el sábado por la tarde oye misa en La Peregrina, siguiendo una vieja tradición de la junta directiva, y reserva los domingos para Santa Clara "porque exponen el Santísimo".

Celosa a rabiar de su alta tarea, nunca le gustó que se metan en su forma de hacer las cosas. Un aspirante a presidente tuvo el mal gusto de proponer su destitución en campaña electoral a través de una carta pública. Ese gesto inadecuado molestó tanto a Marucha, que plantó de inmediato su labor y no volvió por la capilla.

Ese candidato a presidente, de cuyo nombre no quiero acordarme por delicadeza, perdió las elecciones y lo primero que hizo el nuevo presidente, Rafael Táboas Pastor, fue reclamar la vuelta de Marucha. Su enfado le duró un mes largo, pero otra vez no pudo decir que no, con La Peregrina de por medio.

A sus 88 años ya cumplidos, la camarera de La Peregrina continúa muy activa y sin un relevo a la vista. Hasta que la virgen quiera, Marucha está encantada de haberle dedicado buena parte de su larga vida.

Compartir el artículo

stats