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El pentágono crítico de Europa

Considero que la situación problemática actual de la Unión Europea puede analizarse relativamente bien a través de lo que llamo el "pentágono crítico de Europa". Este polígono exhibe por vértices los problemas europeos más importantes en los aspectos financiero, fiscal, económico, social y político. Y sus lados muestran las relaciones entre los diferentes aspectos mencionados. Veamos.

Es obvio que la crisis económica, todavía vigente, ha tenido un origen financiero que ha transformado profundamente -como no había sucedido en muchos decenios- a todo el sistema de bancos, cajas y otras entidades de crédito. El "rescate" del sistema financiero por parte del sector público ha llevado consigo el incremento de la deuda pública, que alcanza a estas alturas cifras muy abultadas que, en el caso de España, han alcanzado ya un volumen del orden del 100% de la producción nacional anual.

El incremento de la deuda pública -juntamente con los elevados déficits públicos en los que se sustenta- y la forma de hacerle frente por medio de políticas de austeridad mal concebidas y peor ejecutadas, ha llevado a una manifiesta insuficiencia inversora que está condenando durante largo tiempo a las economías europeas a bajas tasas de crecimiento, pobres registros de creación de empleo y a ocupaciones de calidad muy deficiente.

El efecto inmediato es la aparición de una gravísima crisis social: los europeos perciben que los hijos van a vivir peor que sus padres, las clases medias pierden poder adquisitivo y se estrechan en número de personas y un puesto de trabajo no es garantía para salir de la pobreza por las considerables bajadas de salarios.

La crisis social, el pesimismo y la falta de un futuro de esperanza son las bases de una crisis política en Europa que no tiene precedentes próximos. Los ciudadanos han perdido confianza en la clase política y las instituciones europeas se ven deslegitimadas. Surgen espacios que ocupan todo tipo de populismos, nacionalismos, extremismos, reacciones xenófobas, cuando no del nazismo. Añádase a todo ello que el resultado del Brexit británico nos sitúa ante una perspectiva de desintegración de la propia Unión Europea.

Frente a esta situación, ¿qué hacer y cómo hacerlo? La UE ya ha puesto en marcha algunas iniciativas, indudablemente valiosas, pero falta aún un largo trecho que recorrer para disponer de una voluntad política decidida y así avanzar por el camino de la unidad de objetivos.

Unidad que requeriría superar los obstáculos hacia una unión bancaria, que desvincule el riesgo bancario de la necesidad de acudir a ayudas públicas, que la recapitalización de los bancos se haga con cargo a accionistas y acreedores como sucede con cualquier tipo de empresa y que la garantía de los depósitos se haga a nivel europeo mediante un sistema de seguros mutualizados.

Una crisis de deuda, en una unión monetaria y en difíciles condiciones de caídas de precios, exige para contenerla y luego reducirla, avanzar hacia una unión fiscal, con un tesoro y un presupuesto europeos. Presupuesto con una mayor capacidad de intervención, que eleve sustantivamente el importe del actual.

La insuficiencia de inversión podría empezar a desatacarse con inversión pública, financiable a tipos de interés históricamente muy bajos o nulos, la ejecución del Plan inversor del presidente Juncker y la movilización del capital de los países con superávit (caso de Alemania) hacia los países con déficit (caso de España y otros países de la periferia europea).

La crisis social está esperando el fortalecimiento del Estado de bienestar, una de las señas de identidad de Europa. Una "economía" de mercado es excelente para competir en economía, pero no lo es una "sociedad" de mercado, que parte del supuesto incierto de que todo ciudadano tiene por el hecho de serlo igualdad de oportunidades. Pero, en realidad, no es así, porque ese ciudadano depende de la familia en la que nazca, de la herencia, del nivel cultural de su entorno... Por eso, el Estado debe actuar con sus políticas públicas para compensar las desigualdades sociales.

Por último, la crisis política de Europa necesita avanzar hacia el establecimiento de un gobierno europeo con un presidente elegido por todos los ciudadanos. Eso exige la superación del actual sistema institucional, basado en reuniones informales de consejos de ministros, que adoptan decisiones trascendentales para todos sin necesidad de dar cuentas a nadie. Se está pidiendo, en fin, la aplicación de un principio democrático elemental, que un gobierno europeo rinda cuentas ante un parlamento europeo libremente elegido para tal propósito.

*Catedrático y profesor Jean Monnet de Economía Europea en la Universidad Autónoma de Madrid

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