La vida es una sucesión de curiosidades y de hallazgos o no es nada salvo hastío como una partida de parchís en una bochornosa tarde estival. Y entre esas sorpresas me encontré con una que es un gozo para mi escasa o nula formación musical. Quizá no sepan algunas personas que el incomparable Muhammad Alí, recientemente fallecido, uno de los más grandes boxeadores de todos los tiempos, cuando aún respondía al nombre (de esclavo, repetía él) de Cassius Clay, en el año 1964, grabó una versión de la popular canción Stand by me y en la cara B de ese disco sonaba otra titulada I am the Greast, que más que un alarde exhibicionista del campeón derivaba casi hacia la justificable perogrullada. Stand by me es una canción compuesta por Ben E. King (cuyo nombre real es Benjamin Earl Nelson), un cantante y compositor nacido en Carolina del Norte en 1938. Vaya por delante que toda la información referida a este asunto proviene de una página de internet firmada por Adela Arévalo de la que me hago eco y no responde a una concienzuda labor de investigación por mi parte.

Parece ser que existen alrededor de 400 versiones de Stand by me. Y, aparte de la ya mencionada y sorprendente de Cassius Clay/Muhammad Alí que no cae en ridículo alguno al interpretarla, existen otras que reseña Adela Arévalo, quien, antes de pasar a nombrarlas, narra el origen de dicho éxito musical ya que el título procedía de un góspel escrito por un predicador, Charles Tindley, en 1905, que se hizo famoso en las iglesias y que fue el que originó la canción de Ben E. King.

La autora del artículo cita versiones de John Lennon (1975, incluida en el álbum Rock'n'Roll, una de mis predilectas), de U2, de Tracy Chapman, de Prince Royce, de Adriano Celentano (la letra difiere sustancialmente de la original y el título es Pregherò pero la versión me parece excelente), de Otis Redding, aquel cantante fabuloso que murió en un accidente de avioneta (inolvidable la que fue su canción más popular, Sitting on the dock of the bay), de Concha Buika y Jacob Sureda (quizá la versión más particular y la más alejada de la ortodoxia de las que escuché) y de Ry Cooder, que en 1976 grabó una versión góspel de la canción. Comentarios posteriores en la página de internet que traigo aquí, hablan de una versión de Bruno Lomas (Rogaré) y de Javier Gurruchaga con la Orquesta Mondragón. Lo cierto es que Stand by me es de esas canciones que suenan frecuentemente en la radio o como fondo musical de alguna película y sigue siendo fresca, bastante joven aún tal vez a causa de las numerosas versiones que se han hecho de ella a lo largo de estos años. En cuestiones de espectáculo nadie como los estadounidenses y Clay/Alí no era ajeno a ello y a la autopropaganda.

Sería impensable imaginar al fallecido Urtain delante de un micrófono cantando Si tú me dices ven / lo dejo todo, por decir algo. Aunque es cierto que en este país numerosos personajes no tuvieron empacho en hacer el ridículo cantando y grabando discos: la nómina es tan larga que con citar dos ejemplos, basta: El Dioni y Jesulín de Ubrique, ahí, con dos cojones. Jeta no les falta a ninguno de ambos. Carecemos de decisión (por ejemplo, a la hora de soltarnos con un idioma que dominamos a medias) pero nos sobra desvergüenza (para hacer el ridículo) o una vergüenza mal enfocada, orientada hacia aquello que no debería ocasionárnosla. Los karaokes hicieron (y siguen haciendo) un daño infinito al pudor. Uno bebe tres cubalibres en un karaoke, se cree Plácido Domingo y sube al estrado para cantar aquello de Y se marchó / y a su barco le llamó libertad? ¡Arre demo!