Es imposible dar crédito al desinterés por lo público. El dinero se gasta a espuertas en Vilagarcía pero la rentabilidad es nula. La plaza de España, una de las obras que marcó la etapa de transición del PP al PSOE, vuelve a dar pena. El céntrico jardín de plátanos frente a la iglesia parroquial de Santa Eulalia no solo está abandonado sino que se ha convertido en un estercolero en pleno centro de la ciudad.

A quién se le diga que un parque reconstruido hace menos de un año se encuentra casi en la misma situación que antes o incluso peor se echaría las manos a la cabeza. En suma, el césped ha desparecido; la fuente central adolece de falta de limpieza; los setos que se conservan son depósitos de plásticos, cartones y otro tipo de residuos. Y a mayores han desaparecido elementos ornamentales como los camelios, que algunos echan de menos.

No es de extrañar que los vecinos empiecen a estar preocupados y hartos. Hace no muchos años, el lugar estaba infestado de pulgas y parece que la situación podría volver por aquel camino.

Y para ello se han gastado unos buenos cuartos que se han sacado del bolsillo de los ciudadanos. Y como la plaza de España que incorporaba un sistema de riego por absorción exclusivo porque aprovechaba aguas del subsuelo (¡menuda milonga!), por qué no hablar de O Montiño, ese pulmón verde en pleno centro de la ciudad que todos quieren recuperar para uso público, en el que se han dilapidado verdaderas fortunas para construir sendas, extraer restos castrexos y colocar mobiliario costosísimo, y que ahora está abandonado de la mano de Dios y convertido en una selva y en una escombrera.

Rentabilicen señores lo que se hace. Menos mal que las fotos en las que presumen de lo que van a hacer quedan como documento para la historia. Son irrefutables y además se guardan en la memoria. Han pasado ya demasiados años del "puedo prometer y prometo" pero no cumplo.

Ningún gobierno puede hablar de gestionar si después de conseguir algo lo abandona. Eso es simple y llanamente pasotismo.Ya nadie les cree porque han pasado de la fase en la que todo estaba parado a la del abandono más absoluto. Maldita pereza.