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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

El "18 de julio", una fecha especial para el autor

Tras la muerte de Franco, en noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón fue coronado como rey de España. Se iniciaba un gobierno de transición entre la dictadura y la democracia, que preparaba el camino para la redacción de la nueva Constitución Española, aprobada finalmente mediante referéndum en diciembre de 1978. España sería a partir de entonces una Monarquía Constitucional. El Consejo de Ministros, en su reunión de 21 de diciembre de 1977, decidió la supresión de la festividad del "18 de julio", lo que se hizo oficial en el Boletín Oficial de Estado del 28 de diciembre de 1977. El "18 de julio" había sido declarado Fiesta Nacional por decreto de Franco de 9 de marzo de 1938, en conmemoración de la "iniciación del glorioso alzamiento nacional". Alzamiento es una expresión que se había venido usando en la vida política y social española desde el siglo XIX y Alzamiento Nacional es el nombre con el que los sublevados contra el gobierno de la Segunda República Española y después, el gobierno franquista, denominaron al golpe de estado que se produjo entre el 17 y el 18 de julio de 1936 y cuyo fracaso parcial condujo a la Guerra Civil Española. Como consecuencia el 18 de julio se trataba de un día festivo e inhábil a todos los efectos, del que disfrutó este su escribidor desde que nació hasta su supresión.

Unos días antes del 18 de julio de 1978, solicité permiso para faltar ese día a mi trabajo como Jefe del Departamento de Pediatría de Ourense. Se trataba para mí de una festividad extraordinaria que quería celebrar un año más. Así lo haría en los años sucesivos y espero poder seguir haciéndolo mientras Dios me permita vivir. Cuando anuncié mi ausencia en el Departamento y en mi consulta privada, la reacción no se dejó esperar. Unos me felicitaron por continuar celebrando la fiesta nacional franquista y otros me recriminaron que siguiese honrando tal efeméride. Unos y otros estaban muy equivocados. Se trataba en efecto de una fecha especial para este su escribidor y su querida familia. El 18 de julio la Iglesia Católica celebra la festividad de San Federico. Esta, y no otra, es la verdadera justificación de que en mi familia el 18 de julio celebremos la "fiesta nacional de los Martinón". Mi padre se llamaba Federico Martinón León, yo me llamo Federico Martinón Sánchez, mi hijo mayor Federico Martinón Torres y el segundo de sus hijos es mi nieto Federico Martinón Ferrero. Por lo tanto, sobran razones para que en una familia tradicional y católica, como es la nuestra, el 18 de julio sea un día de fiesta. Celebrar la festividad del santo de nuestro nombre uno sabe que no está de moda, debido a que la cultura de consumo propicia y aprovecha la oportunidad para hacer negocios del cumpleaños, dado que alcanza a todos, profesen o no una confesión con santoral. Lo que es peor, ahora incluso se conmemoran festividades absurdas bajo la influencia e imitación de costumbres que son propias de otros países, propiciadas por determinadas películas, algunos medios y, sobre todo, por el comercio. Un buen ejemplo es el "Halloween", basado en el negocio del terror, el miedo y la oscuridad, en "aras de la diversión de los niños", que nada tiene que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos. El "Halloween", podría ser el primer paso para que después, ya jóvenes y adultos, concurran a los brujos, hechiceros, médiums, a los que leen las cartas y a todas esas supercherías y timos con los que explotan la ignorancia y la superstición.

Mas volvamos al tema que nos ocupa. El Martirologio Romano reconoce oficialmente como santo a Federico de Utrecht, nacido hacia 790, €838 y originario de Frisia. A la muerte del obispo Ricfredo, hacia 818, fue nombrado obispo de Utrecht (Holanda) por el emperador Ludovico Pío, hijo y sucesor de Carlomagno. Federico fue muy generoso con los pobres, los viajeros y los enfermos, luchó contra las herejías y propició las buenas costumbres en su diócesis, de una manera especial en la isla de Walcheren, donde imperaba una brutal inmoralidad. De acuerdo con las costumbres de su tiempo se vio obligado a amonestar las segundas nupcias del emperador con Judith. Pese a que lo hizo con caridad y discreción, la emperatriz resentida y encolerizada pagó unos sicarios que asesinaron al obispo mientras rezaba en su catedral. Hay constancia histórica de su participación en el Concilio de Maguncia en 829. Rábano Mauro le dedicó, en 1834, su obra Comentarios sobre Josué. En la iconografía se le representa vestido de episcopal, con báculo, libro y dos espadas o cuchillos clavados en su pecho. Madrid cuenta con una parroquia dedicada a San Federico, en el barrio de Valdezarza, encomendada a los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús.

Hace tan solo unos días, el último 18 de julio, recibí un paquete sorpresa remitido por mi queridísima prima, la profesora, investigadora y musicóloga Rosa María Martinón Corominas, a la que he citado algunas veces en estas páginas. Ahora lo hago de nuevo para felicitarle por su reciente nombramiento como "Hija Predilecta de Gáldar". Sé que cuenta con otras muchas distinciones y honores, pero estoy seguro que nada le complacerá tanto como que su ciudad le reconozca su entrega y enorme obra para impulsar todas las actividades culturales que allí se desarrollan. El paquete contenía una queja y un retrato. "Una queja muy, muy sentida de parte de tu tío abuelo materno, Federico León y García, que me encomendó que te dijera, Federico, que está muy ofendido contigo por que te has olvidado de él en tu galería de retratos y, recalcándome, que es el primer Federico y que su queridísimo ahijado, tu padre (Federico Martinón León), recibió de él, siguiendo las creencias canarias, un don espiritual de su padrino de pila bautismal, en su caso, el bienhacer y entrega como médico. Así que reclama justicia, esto es, un puesto digno en tu biblioteca, de su retrato, que te seguirá observando, a través de los siglos, con esa mirada suya imponente y paternal". Al tiempo, se lamenta por no haberlo conocido. "Su hermana, nuestra abuelita Pepa, me cautivó para siempre con su dulzura, aunque sospecho que él rezumaría autoridad, pero llevando dentro de su pecho el más tierno de los corazones€". El retrato Federico León, que ya cuelga en mi biblioteca, es un dibujo ejecutado por el guiense Eugenio Aguiar González, doctor en derecho, botánico consumado y gran retratista. Eugenio está casado con María Victoria Padrón Martinón, una hija de otra prima mía, María Josefa Martinón Corominas, a la vez hermana de Rosa María.

Sobre Federico León y García han escrito varios biógrafos, cronistas de Gran Canaria y periodistas, entre otros: Martín Moreno, Luis García de Vegueta, Fernando Paetown, Juan Hernando Perdono, Andrés Hernández Navarro€ A ellos les remito y de ellos extraigo algunos datos para este suelto.

Federico León y García nació en Las Palmas de Gran Canaria el 17 de febrero de 1860. En 1879 terminó el bachillerato en La Laguna (Tenerife) y en 1884 finalizó la licenciatura y doctorado de Medicina en la Universidad de Barcelona. De regreso a Gran Canaria, fue primero médico titular de San Mateo y después se estableció en Las Palmas, donde fundó la clínica "Nuestra Señora de la Soledad" „la primera de la ciudad de iniciativa privada„, refundida luego con la de Santa Catalina. Se consolidó y fue reconocido muy pronto como un gran cirujano y destacó por sus campañas y labor de divulgación contra las epidemias que asolaban la isla, como el cólera, con eficaces medidas ambientales, higiénicas y de otro tipo. Fundó la Academia de Ciencias Médicas de Canarias y fue reconocido como miembro de las Reales Academias de Medicina de Barcelona, Cádiz y de la Sociedad Francesa de Higiene. Como político era de tendencia liberal y militó en las filas del partido republicano. Accedió a la alcaldía de Las Palmas el 1 de octubre de 1923 y la desempeñó con entrega y acierto. Fueron muchas sus tareas y logros. Intervino en el Congreso de los Diputados para conseguir la división provincial, para lo cual redactó el Estatuto Provincial, consiguiendo la creación de la provincia de Gran Canaria. Impulsó la unión de Las Palmas y el Puerto en un solo núcleo, al tiempo que desarrolló el proyecto del Puerto de la Luz. Promovió las obras del Teatro Pérez Galdós. Inició los estudios monográficos de Canarias, escribiendo personalmente el primer volumen sobre San Mateo y más tarde otro sobre Fuerteventura. Promovió y organizó el tráfico rodado y el peatonal: "Los automóviles marcharán dentro del casco de la población a quince kilómetros por hora, como máximo [€] El tranvía eléctrico en la calle de Triana, se acomodará al paso normal de las personas€". Creó o reestructuró parques y jardines: "Las plantas y las flores son la alegría y el ornamento de la ciudad€ La mayor prueba de cultura que ha de dar un pueblo está en la defensa y cuidado de sus propios jardines". Y un largo etcétera. Reconocido como uno de los hijos más ilustres de su tierra, fue nombrado Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria y se le dio su nombre a una de las calles de la ciudad, justo aquella donde está la clínica Santa Catalina. Fue un auténtico caballero y tenía una extraordinaria personalidad, que hasta se reflejaba en su rostro, con mirada a la vez enérgica y bondadosa, barba blanca y peculiar ropa: larga levita chistera, maletín médico€ Destacó como un orador brillante, claro y arrollador que cultivó la arenga popular, con la que hacia vibrar a un auditorio siempre complacido y emocionado con sus palabras. Falleció el 11 de julio de 1928 y una gran y apenada multitud le acompañó hasta el cementerio.

Este escribidor se siente orgulloso y afortunado de llevar el nombre de Federico León, que antes llevó su ahijado, mi padre, y ahora ostentan mi hijo y mi nieto. Mis lectores han de perdonarme el suelto de hoy que no es más que una expansión muy personal y una añoranza.

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