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Volverá reencarnado en azúcar y ron

Intenso en su vivir, en su último viaje a Cuba el abogado Chimé llamó y dijo que estaba en el paraíso

"Mi reino no es de este mundo", repetía últimamente, como un presagio, maese Chapela. "No creo que a estas alturas de mi vida lo que digo se pueda interpretar como una promoción", comentaba a un cliente ante un planteamiento jurídico innovador. Chimé, siguiendo la tradición paterna, fue un navegante? en la abogacía y en la vida; un hombre paradójico capaz de presentarse ante la curia romana con la bandera del partido comunista y no perder su eterna sonrisa pícara. Pero tras muchas andanzas a Pepe se le partió el corazón entre La Habana y Cangas, entre habaneras y expedientes judiciales, entre amigos y papahostias -enemigos no tenía porque los perdía en la niebla del olvido en cada cruzar del Atlántico-.

En su último viaje a Cuba, Chapela llamó y dijo que estaba en el Paraíso, se oía el mar y el son cubano y la voz de un hombre ilusionado. Intenso en su vivir hasta el último momento. El comandante honorario de la revolución no hizo su maleta pues, como él decía, volverá reencarnado en azúcar y ron, en hermosa mujer, en mesonero de lujo, en música y sonrisas, para recuperar lo gastado.

Chimé jugó la vida con destreza y sabiduría y acompañaba a su amigo Papito Serguera en largas partidas de ajedrez en la residencia del Fiscal General del Estado de Cuba. Hoy el viejo maestro ha colocado el Rey en la casilla sesenta y cinco, arqueó la ceja y esbozó la mueca alegre de un niño.

*Abogados

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