La Organización Mundial de la Salud ha solicitado a los gobiernos que clasifiquen las películas que muestran personas fumando para proteger a los niños y adolescentes y evitar que comiencen a fumar. Ahora nadie fuma en las películas, ni siquiera el malo. El tabaco mata pero es un asesino menos directo que las armas, donde la OMS todavía no ha mandado poner advertencias en la culata de "disparar puede matar" y fotos de tiroteados que ocupen la mitad de la mira telescópica o el punto de mira. Los gobiernos no harán caso a la OMS poniendo el cartel de "fumar mata" al comienzo de la película ni ocuparán la mitad de la pantalla con fotos de cánceres de boca porque abriría la puerta a un estado de advertencia permanente.
Uno es partidario de que los chavales no empiecen a fumar y de que en las películas se vea de todo si el guión lo trae al caso. Si se empiezan a poner advertencias a todo lo que se ve en las películas para salvar las miradas inocentes se acabará viendo de todo menos la película. En muchos filmes se bebe sin medida sin que las imágenes se acompañen de mensajes de "bebe con moderación. Es tu responsabilidad". De las drogas, ni hablemos. Hay un subgénero cinematográfico cuyo principal atractivo es que se conduce contra el reglamento sin que por ello un cartel recuerde "respete las señales" y otras advertencias que están en los paneles de las autopistas.
En el cine de acción los guionistas han alcanzado el más altos grado de virtuosismo imaginativo para crear maneras visualmente atractivas de matar y de morir y si se pusiese en pantalla la advertencia antes, durante o después de la proyección de que "matar puede matar" se descubrirán dos cosas: que el cine de Hollywood no trata de otra cosa y que la Organización Mundial de la Salud no tiene por qué hacer el ridículo con tanta tarea como tiene en el mundo.
