El título de esta crónica no es sino la evidencia de lo que ocurre en la mar y que genera desde hace muchos años una profunda preocupación entre los profesionales de la pesca, en particular, y los marinos en general. La mar contiene ya más plástico que peces.

Conservo en la memoria una reunión con un grupo de marineros en Muxía. Entre los participantes estaba el presidente de la Asociación Española de Titulados Náutico-Pesqueros (Aetinape). Hace de esto al menos 30 años. Y fue para que los pescadores trasladaran a los oyentes de un programa que entonces realizaba en Radio Cadena Española sus impresiones ante la constatación del grave riesgo que corrían los caladeros en los que faenaban -creo recordar que la mayoría eran marineros del cerco y de artes menores, aunque también había algún que otro arrastrero- por la acumulación de suciedad no solo en el fondo marino sino también entre aguas.

Se hablaba entonces de las numerosas bolsas de plástico que venían en los aparejos tras cada lance y de cómo, en el arrastre, los barcos izaban a bordo desde botes de pintura a cubiertas de ruedas de coches (posiblemente utilizadas como defensa en los mismos barcos) y, ya más próximo a la costa, todo tipo de cachivaches caseros: desde cacerolas a lavadoras de ropa, bicicletas, etc.

Todo esto no se generaba a bordo, aunque sí algunos de los elementos enumerados podían ser utilizados en los barcos. Pero en la actualidad, son inmensas islas, enormes mareas de plástico las que cubren muchos metros cuadrados de mar y de fondos marinos, de tal modo que cualquier tipo de arte de pesca ha de ser necesariamente liberado de esos plásticos cuando los aparejos se "meten" a bordo.

¿Falta conciencia ecológica entre los marineros? ¿Es esta grave irresponsabilidad la que está haciendo tan alto daño a las distintas especies de peces y mariscos objetivo de los barcos de pesca?

No seré yo quien niegue que ha habido poca conciencia y mucha irresponsabilidad entre la gente de mar; pero del mismo modo puedo afirmar que "ya" no es un problema de irresponsabilidad en la mayoría de los profesionales de la pesca, que denuncian constantemente tal estado de cosas.

El vertido directo al mar de pseudodepuradoras de aguas, el absoluto descontrol de una ciudadanía que siempre ha creído que el mar era un buen depósito de basuras y al que se han arrojado los detritus humanos cuando se carecía de cuartos de baño en las casas, pasando por la contaminación generada en tierra por el uso de fertilizantes (abonos) y plaguicidas, los habituales sentinazos de buques mercantes de todo tipo y, cómo no, los accidentes registrados cerca de la costa por buques con cargas peligrosas e incluso casos como los del Prestige, Aegean Sea, Urquiola, etc., han ido dejando su huella indestructible en un mar que, a pesar de todo, tiene apariencia de limpio.

Una apariencia que no se corresponde con la realidad. Y esta la comprueban en el día a día los pescadores, cuyos aparejos han de limpiarse de plásticos y productos oleosos diversos tras cada marea, cuando no después cada lance.

A esos vertidos sin depurar se suma ahora una principal inquietud entre los marineros: la acuicultura intensiva y su secuela de productos veterinarios. Todo ello con la connivencia de las autoridades marítimo-pesqueras gallegas y nacionales que no hacen sino decir sí constantemente a todo cuanto procede de la UE en este sentido y que no es otra cosa que la promoción de unas especies cultivadas en detrimento de la pesca tradicional.

Lo dicho: falta conciencia -no entre los pescadores- y sobra plástico. Y no se dan pasos decisivos para acabar con este problema que puede ser definitivo para la mar y la pesca.